Opinión

Crónicas Aquileanas VII: ¡Por fin me han quitado la escayola!

Largo silencio. Nada que contar. Demasiados días iguales unos a otros. Viviendo al margen del calendario, salvo por las fechas de visita al traumatólogo.
El último día de noviembre, por fin hubo novedades. Me han quitado la escayola. El doctor Rubio, del Hospital de la Princesa,  me indica:
–          A ver, intenta mover el pie de arriba abajo (lo intento con poco éxito)
–          Ponte de pie con ayuda de las muletas (fácil, en esto estoy entrenado)
–          Intenta apoyar parcialmente la planta del pie (acojonado, hago un remedo de apoyo)
–          La cosa va bien, dice. (si el lo dice….)
–          Haz varias veces al día ejercicios con el pie metido en agua caliente con sal (ancestral pediluvio)
–          Vuelve dentro de quince días….
Entre lo que he adelgazado (comer me interesa mas bien poco) y lo que pesaba la escayola, debo heber perdido unos tres kilos.
Mi pie y yo, que nos hemos ignorado mutuamente durante dos meses, estamos ahora condenados a llevarnos bien. De momento me obedece más bien poco. Habrá que tener paciencia y sobre todo determinación.
Solo mi pie y yo sabemos el íntimo acojono que sentimos pensando que en uno de esos ejercicios se pueda volver a estropear la cosa. Imagino que a todo el mundo le ha pasado, pero confieso que se trata realmente de una sensación desasosegante.
En mi diálogo posterior con el cirujano éste me comenta que el método quirúrgico ha sido el denominado “percutaneo”. Me han cosido el tendón y me han hecho una especie de nudo marinero aguas arriba y abajo de la fractura, una especie de “ocho” que ha mantenido todo este tiempo los bordes de la sutura en contacto. También me comenta que la rotura se produjo muy cerca de la inserción del tendón en el calcáneo. No es, desde luego, el mejor sitio. Complica algo la cosa. Animo, José, y a trabajar con el pie.
Pues eso: a trabajar, que después de todo mi recuperación va a depender de mí, solo de mí.

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