Está claro que habrá un antes y un después en la vida de Tiger Woods, tras los incidentes desencadenados por el aparatoso y oscuro accidente del 27 de noviembre, cuando el golfista número 1 del mundo se estrelló con su coche contra un poste de riego y, posteriormente, contra el árbol de la casa de un vecino en la lujosa zona residencial de Florida donde vive, aunque no se sabe en qué situación, con su mujer y sus dos hijos y, hasta el pasado día 8 de diciembre, con su suegra, Barbro Holmberg, que fue trasladada desde la casa familiar en Isleworth, Orlando, hasta el Health Central Hospital de Ocooe, aquejada de una afección estomacal, producto quizás de los muchos nervios pasados por la familia durante los últimos tiempos
Y es que no es para menos: ante el aluvión de declaraciones de presuntas novias, como Jamiee Grubbs, la joven que, desde un programa de televisión pidió disculpas a Elin Nordegren, la mujer de Tiger, por haber tenido relaciones con su marido o de la “madame” que asegura que el golfista llegó a gastarse hasta 60.000 dólares en una noche de orgía, Tiger Woods, el deportista mejor pagado del mundo y el número 1 en un deporte tan popular en los Estados Unidos como es el golf, ha tolmado la decisión, y así lo ha anunciado en su página web, de retirarse de la competicióln por un tiempo indefinido, “consciente de la decepción y el dolor que mi infidelidad ha causado a mucha gente, sobre todo a mi esposa y a mis hijos”. Tiger ha reiterado su profundo arrepentimiento y su voluntad de hacer todo lo posible para intentar reparar las consecuencias de sus deslices, aunque puede, según sus propias palabras que “posiblemente el daño que he causado sea ya irreparable".
A todos los problemas que le ha acarreado su infidelidad –reconocida ya con esa palabra de manera oficial por Tiger Woods, se unen las secuelas que su vida privada ha provocado, como la petición del senador por California, Joe Bacca, de pedir el aplazamiento de la concesión de la medalla que el Congreso tenía previsto conceder a Tiger y los últimos datos dados a conocer por diario New York Post, que ha confirmado que la mujer de Tiger, Elin Nordegren persiguió con un palo de golf a Woods "destrozando a su paso objetos por valor de miles de dólares", hasta que el deportista, que iba descalzo, intentó huir de su esposa subiéndose a su automóvil.
Ahora, también los problemas son para las firmas patrocinadoras de cada uno de los movimientos de Woods, dentro y fuera de los campos de golf. PepsiCo, por ejemplo, el segundo mayor fabricante de refrescos del mundo, dejará de producir el "Gatorade Tiger Focus", una variedad de su popular bebida hidratante y que debe su nombre al golfista, según la prensa estadounidense.
Woods copa ahora las portadas de la mayoría de revistas y diarios del mundo, pero según la compañía de medición de audiencias Nielsen, no aparece en un anuncio emitido en horario de máxima audiencia desde que se inició el escándalo.
Y la vida sigue, pero ya no sigue igual, al menos para Tiger Woods