Opinión

Rahm sobresaliente; el público, matrícula de honor

 

(Foto: Luis Corralo)

 

Mi director estará contento, somos pitonisos. Después de la llamada de ayer de este cronista echando en falta a los políticos y reprochándoles que solo vengan a hacerse la foto, los augurios se cumplieron: allí estuvieron el ministro de Cultura y al Teniente de alcalde del Ayuntamiento de Madrid. Sí señor, cuando hay que subirse al carro del éxito suelen ser los primeros. En la foto, como es su obligación, por cierto, también está Gonzaga Escauriaza, a la sazón presidente de la RFEG al que no queda otro remedio que dar la enhorabuena porque el Open ha sido un éxito y él representa a todos los hombres y mujeres que han trabajado, seguro que duramente, para que ese éxito se materialice.

 

Para mí el Open ha tenido varios triunfadores. Primero Rahm, indudablemente. Y luego, a su altura, el público. Por fín, los aficionados al golf de Madrid, y de otros lugares de España, se han decidido a dar la cara y han abarrotado las calles del recorrido federativo. Bien es cierto que a ello ha contribuido la política de acceso libre solo a cambio de algunos datos personales. Otro punto para Gonzaga.

 

Otros triunfadores han sido los jugadores españoles que han hecho un gran juego representados, sobre todo, por Nacho Elvira. Nacho ha jugado divinamente y ha mantenido sus opciones hasta el penúltimo hoyo. Una lástima, su juego y su coraje se merecían mejor final. La ovación que el cántabro se llevó en el hoyo 72, no compensa la derrota pero seguro que la llevará en el corazón por mucho tiempo. El público le agradeció su entrega y, a falta de un gran trofeo, llamearon las palmas. Bien por Nacho.

 

Sergio Fernández, un simpático guisandero de Canal Cocina dice siempre: “ponle peguitas” cuando termina un plato sabroso. Vamos con las “peguitas”. ¿A quién se le ocurrió programar una rueda de prensa mientras Rahm estaba en juego durante la primera jornada? El tema para los diarios deportivos, y no digamos para los no deportivos, apasionante: los drones y la tecnología del riego. Con el tremendo espacio que los medios ofrecen al golf, ¿dónde pensaban los responsables que podría aparecer la información de tan excitante asunto?  Puede que este medio haya sido de los pocos, pocos, que lo han mencionado.

 

Otro asunto que necesita mejorar es el acotado de las calles. El planteamiento ofrecía pasillos muy estrechos y no permitía, en la mayoría de los casos, atravesar de una calle a otra sino que había que caminar hasta las cabeceras. Una paliza para el aficionado que quisiera presenciar diversos partidos en vez de seguir solo a uno.

 

Y lo que ya me pareció de “aurora boreal”, según la expresión de asombro que usaba el desaparecido y ácido cronista Emilio Romero, fueron los precios de la cafetería. Una botella pequeña de agua mineral, 1,30 en cualquier maquinita expendedora, ¡seis euros! Mamma mía. Ni en Marte cuesta eso el preciado líquido elemento. Vale que los golfistas no son menesterosos pero el común de los mortales, y los plumillas somos tan mortales como el que más, no podemos gastarnos la paga del mes en agua y café.

 

Pero, pelillos a la mar, es cierto e irrefutable que el Open de España 2018 ha sido un exitazo. Buen juego, muchos españoles en la pelea, un gran ganador, miles de aficionados y no aficionados enganchados al espectáculo y una inyección de moral para todos los que trabajan en el golf y alrededor del golf. Mi conclusión es fácil: bien está lo que bien acaba.

 

 

 

 

 

 

 

 

Open, día 3: Triunfamos, pero da igual

 

Que desastre de día. Nada nos salió bien: 19 grados de temperatura, ¿cuándo se ha visto en Madrid un 14 de abril? si la media es de 18, 6; en el campo había de todo, desde creppes, hasta donuts, pasando por los perritos calientes y el bocata de jamón, pero no había de calamares que es el típico, típico de Madrid; la cola para la cerveza era casi tan grande como la que había para ver a Rahm y encima, los monárquicos –y había alguno que yo los ví- lloraban por las esquinas porque hoy, precisamente hoy, se cumplen 87 años desde que los republicanos echaron a Alfonso XIII, un gran aficionado el golf, por cierto.

 

Total, que el golf, la competición, fue lo de menos. Nada importó que Elvira firmara un -16 con birdie en el 18, ni que Rahm, -15, se haya colocado a dos golpes del líder, Dunne, -17; ni que Larrazábal recibiera una de las ovaciones más grandes que él recuerda a pesar de haber terminado a 10 golpes de la cabeza. Y es que no hay quién entienda a la gente que estaba encantada en un día tan aciago. Porque, encima , hizo sol y yo ¡sin protectora! Un horror.

 

Y ya para que les cuento lo de los guarros. Sí porque hay mucho guarro puesto de limpio por esos campos del maligno. No quiero ni pensar cómo estará la moqueta de sus chalets. Si juzgamos cómo sembraron el recorrido de latas, vasos de “minis”, papeles de Foskitos y pieles de plátano, la casa de más de uno debe ser como el vertedero de Valdmingómez, un prodigio del asco.

 

Y no será porque don Gonzaga y sus “discípulos” (ahora se llama así a los colaboradores) no se esmeraran en colocar papeleras y contenedores. Que eso sí que lo hicieron bien. Otro acierto fue conseguir que vinieran Jon y Rafa, dos chavales que llevan la bandera de España en lo más alto por esos mundo de Dios. Claro que ahora la tentación será colocarse la medalla. Digo la tentación porque, en honor a la verdad, todavía no han pretendido colocársela. Porque si la gente ha llenado en campo –y hasta que punto lo ha hecho- es mérito de estos chicos, sin ninguna duda.

 

Llevo tres días pateando este campo y he visto a mucha gente, casi demasiada gente diría, y no he visto a ninguna autoridad. Y si empezamos por casa, tampoco. No dudo que el gran jefe Escauriaza estuviera en su despacho o tomando el aperitivo con los patrocinadores, que es posible, pero en el campo siguiendo a las figuras, no lo he visto. Claro que tampoco he visto a la alcaldesa y este es un acontecimiento deportivo de mucho fuste para la capital. Y para que hablar de ministros y políticos. Los de izquierdas  no los vayan a ver con “los ricos”, y los de derechas no les vayan a preguntar por sus másters.

 

Y dejo para el final a los míos: ninguno de los cuatro grandes diarios nacionales publican una sola línea sobre el Open. En El País, pásmense, lleva dos días una entrevista con Fernández Castaño, un figura que se arrastra por el circuito web americano, en la que no presume de ser de derechas, sino de un poco más allá. Todo un torpedo en la línea de flotación de un golf más abierto a todos, más participativo, más… normal. Y de los digitales, ni les cuento. Algunos ni tienen sección de deportes y otros, con directores que lo fueron de diarios deportivos, y son jugadores de golf, ni una línea ¿Ok? Se salva El Español de Pedro J. que publica una crónica de  Juanjo Pinedo.

 

¿Entienden ahora la broma? Todo está saliendo bien, pero al golf lo dejan solo. Ni los dirigente, ni los periodistas lo aprecian. Vivimos para el fútbol y los negocios, valga la redundancia. Somos, los aficionados al golf, la escoria del deporte para medios y políticos. Da igual que nuestros chicos lleven el nombre de España a lo más alto. Da igual que 25.000 madrileños se den cita para disfrutar de una jornada deportivamente espléndida. Da igual. Ellos, Jon, Rafa, Pablo, Nacho, Jorge… etc. etc,  lo hacen divinamente pero a quienes deben alentarlos, promocionarlos, estimularlos, les da igual. Son todos unamunianos. ¡Que triunfen ellos! deben pensar, que ya iré luego yo a hacerme la

Open, día 2: ¡Y luego dicen que el golf es de ricos!

Hacía muchos años, muchos, que en Madrid no veíamos un espectáculo de este calibre. No me refiero al golf, que no ha estado nada mal, me refiero al público. Hay que remontarse a los Open de Ballesteros, del “Gato” Fernández, de Montgomerie o Sam Torrance, entre otros, en el Club de Campo de Madrid, para ver a tanta gente en el campo.

 

Ni siquiera Sergio García al que recuerdo errático por estas mismas calles, había conseguido “reventar” de gente las hoy verdes ondulaciones del campo de la Federación. El motivo, creo yo, y creen todos aquellos que siguen el golf, aunque sea de lejos, que no es otro que la presencia en Madrid de la nueva sensación del golf español: Jon Rahm. “Tanta gente en un hoyo solo lo he visto en un Major, es increíble”, dijo el vasco.

 

Alguno dirá que he descubierto la rueda o que de golf sé lo mismo que Perogrullo, o sea: nada. Es cierto pero, como tengo ojos en la cara, he podido ver en esta jornada a tantos aficionados como cabían en las instalaciones del campo de la M 40. ¡Que gusto! ¡Qué alegría! ¡Que lástima de autoridades que nos digan que había 1.000 donde, de verdad había 10.000! Porque los golfistas, los aficionados digo, estamos un poco hartos de que se nos tilde de ricos, de pijos, de privilegiados, de terroristas ecológicos, de ávidos chupópteros (gracias García) de agua…

 

Pues miren ustedes, que quieren que les diga, hoy yo he visto en las instalaciones de la RFEG a un innumerable grupo de hombres y mujeres, de niños de todas las edades, sexo y condición que tenían pinta de ser personas de la calle, tan normales como usted o como yo. Gente que por seis euros se podía permitir “el lujo” de tomar un bocadillo de jamón y por dos, un donut. No parecen las tarifas del Rizt o del Carlton. ¡Ah! Eso sí, ni se les ocurra tomar un café a la entrada en la zona de cortesía. Serán sus dos euros más amargos en mucho tiempo. Las cosas como son.

 

Lo dicho, si para disfrutar de este deporte, maravilloso deporte si lo practicas, hay que soportar la etiqueta de “rico” “pijo” o “privilegiado”, que le vamos a hacer. Los epítetos, la falta de información, la mala fe o la pura ignorancia no nos van a hacer desistir. Por lo visto este viernes, ya somos multitud. Un poco más y Rahm conseguirá, además de jugar bien al golf, que medio Madrid sea “rico”, lo que de ninguna manera será una mala noticia. Pijos y privilegiados hay muchos en este país pero, si uno mira las noticias de estos días se dará cuenta de inmediato que no están en el golf.  ¿A que sí?

 

Open, día 1: empezamos con buen pie

No hay lluvia que cien años dure ni campo que lo resista. Y salió el sol. Primera jornada del Open de España y lleno, sino hasta la bandera, que esto no son los toros, sí hasta las mejores colinas del  campo de la RFEG que, dicho sea de paso, se ha esmerado para presentar un terreno en muy buenas condiciones, dadas las características del recorrido y el agua que ha caído sobe Madrid en las últimas fechas.

 

Expectación máxima para ver al “principiante” Rahm en Madrid.  No defraudó, está a un golpe del líder, a pesar de fallar algunos putts cortos de birdie. Pero ya sabemos como se las gastan esos hoyos que, a decir del Pisha, no se están quietos. Sorprende la mala jornada de Rafa  Cabrera. Está a siete golpes del líder pero el canario tiene clase y coraje para recuperarse.

 

Y en medio, una presentación de un libro sobre los drones, las nuevas tecnologías y el riego. Tema interesante. ¿Beneficios? Sin duda. ¿Costes? Asumibles, sí, pero hablamos de seis, siete u ocho años. Seguro que es buena inversión pero hay que tener el dinero y el tiempo.

 

Resumiendo: tregua en el  cielo, muy buen ambiente de público, campo en buenas condiciones, y una zona comercial mínima pero bien dispuesta que muestra que, a pesar de que ya hemos salido de la crisis –M. Rajoy dixit- todavía los patrocinadores caben en un taxi.

 

Si el cielo nos respeta, se augura una bonita semana de golf del bueno que ya iba siendo hora en la capital de un país en el que juegan cuatro gatos sí, pero de esos, dos al menos tienen la garra suficiente para plantarle cara a los mejores.

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