Regreso al presente: una historia de golf

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Miguel Ángel Nieto, uno de los mejores periodistas de la transición española ha vuelto… a jugar al golf y, tras su reciente jubilación es un nuevo colaborador de golfinone.es. ¡Que ustedes lo disfruten!

Miguel Ángel Nieto González es amigo mío. Si yo fuera vanidoso diría que esa es su mejor carta de presentación; pero como no lo soy y, además, no me gusta presumir, diré solamente que Miguel Ángel, que se incorpora a golfinone.es como colaborador, es uno de los grandes periodistas que ha dado la España de la Transición. Le pedí un breve currículum y me ha enviado… cuarenta folios. Está claro que no voy a incluir aquí las miles de actividades periodísticas, docentes y deportivas que ha realizado a lo largo de su vida. Si diré, que Miguel Ángel Nieto González ha trabajado en todos los medios de comunicación que existían hasta ahora: radio, prensa, televisión… y que en la hora de su retiro de la trinchera, va a experimentar el placer de publicar en la red, donde todos terminamos cayendo, atrapados por esa tela de araña que son las tres www.
Miguel Ángel Nieto y yo hemos trabajado juntos en “Hora 25”, en los tiempos de la premuerte de Franco, cuando la SER era la SER y no se iba tan dePRISA. Él, por su parte, ha estado en la SER y en el nacimiento de Antena 3, tanto de radio como de televisión. Fue el primer rostro que apareció en una televisión privada con lo que tiene una cara que sirvió para acabar con un monopolio.
Fue redactor de ABC y director de la Delegación de la Agencia EFE en México y Vicepresidente Informativo de la Agencia ACHA-EFE con sede en Houston.
Doctor en Ciencias de la Información (“Cum Laude” por unanimidad) por la Universidad Complutense de Madrid, un buen día decidió que ya estaba bien de informar y se dedicó a la enseñanza universitaria Profesor Adjunto de la Universidad San Pablo CEU de Madrid y Abat Oliba de Barcelona y profesor del Master de Periodismo de El Mundo.
Ha hecho de todo, dentro y fuera de la profesión. Inquieto como nadie y tenaz hasta la victoria -en todo menos en el golf, donde ahora presume de palos más que de indio-, tiene los títulos de  Patrón de Yate, patrón de embarcaciones de recreo, piloto de Aviones Ultraligeros y Radioaficionado clase B.
Tan desmesurado en sus manifestaciones amistosas como en sus hobbies, cuando nació su primer nieto -¿o era nieta?- se pasó 48 horas haciéndole fotografías, hasta que Carmen, su mujer, le dijo, ¡basta!
Pero todo eso es nada comparado con la personalidad de Miguel Ángel. ¿Es un clásico o un romántico? No se. Solo se, como el poeta, que es un hombre, en el buen sentido de la palabra, bueno. Ahora les dejo con su prosa y sus recuerdos. B.R.
REGRESO AL PRESENTE
Una historia de Golf
Por Miguel Ángel Nieto
Debe ser cierto eso de que el hombre, al final, busca siempre el principio. No se de quien es la frase, lo ignoro de tal manera que a lo mejor es hasta mía y no lo recuerdo. Con permiso de mi admiradísimo Manuel Martín Ferrand se la atribuimos a Baura y así nos quitamos un problema de encima.
Cuando hace doce años comencé a dar clase en la Universidad CEU-San Pablo de Madrid, cuya Facultad de Ciencias de la Información está en la Calle Juan XXIII, al mirar por la ventana del aula lo primero que vi, en la acera de enfrente, fue el Colegio Mayor León XIII donde estuvo en su día la Escuela de Periodismo de la Iglesia, institución en la que estudié al principio de la década de los años sesenta.
Entonces pensé:
Mira que eres lento, has tardado más de treinta años en cruzar una calle de quince metros de anchura.
Sin darme cuenta, al final de mi carrera, había vuelto al principio. Fue como cerrar un ciclo.
Ahora que ya me he jubilado, es decir que he iniciado, la que espero larguísima, última etapa, he vuelto a Somosaguas, el club en el que mi inicié como practicante de Golf, observarán que no soy tan insensato como para llamarme jugador. Hace quince años que no visitaba ese campo que tantos y tan agradables recuerdos encierra.
Ha sido una experiencia increíble porque desde el presente he hecho un viaje al pasado para encontrarme de nuevo con mi presente. No, no es un acertijo ni un juego estúpido de palabras, les explico.
Allí todo estaba igual, las gentes de este club no han envejecido, las instalaciones han sufrido las reformas necesarias como para mantenerse igual. Ángel Cabrera sentado, entre clase y clase, en el mismo poyete haciendo crucigramas. Julián Nogales, que ha debido hacer un pacto con el diablo, tal cual. Luisa Fernanda sigue siendo la niña del Club, es con mucho la más joven de todos…
Para colmo salí con Basilio Rogado al que no veía desde hace un año y medio y nos saludamos como si hubiésemos estado jugando el día antes y hasta el guardacoches me pareció el mismo.
Pero sí eché de menos a una persona, a Adolfo Suárez. Yo jugué muchas mañanas, mano a mano con él. Estaba atravesando entonces uno de los peores momentos de su vida y el golf era una salida, un desahogo.
Durante esos partidos el ex presidente me contó episodios de gran trascendencia como lo que ocurrió su despacho el lunes después de la legalización del Partido Comunista, que se produjo el sábado, en Sábado Santo para más señas; desde entonces, su difícil relación con algunos militares importantes; cómo esperaba volver a ocupar la Presidencia del Gobierno; su trabajo de mediador con el Presidente Obiang, encargo que le había hecho Felipe González; las veces que intentó que el Presidente González jugase al golf sin conseguirlo; la tremenda situación de su familia, con la que la enfermedad se había cebado; como estaba preparando la boda de su hija pequeña…
Pero nada de esto se lo voy a contar, ni lo contaré jamás porque el protagonista ya no puede certificar estas historias y además él no le confiaba todo eso a un periodista, se lo estaba comentando a su compañero de partido y los que de verdad le llamábamos Adolfo sentimos un profundo respeto hacia su persona y a lo que representó en la historia de España.
He pensado que quizá un día escribiré el contenido de esas conversaciones y se lo mandaré a su hijo. Solamente con el permiso de su familia, sería capaz de hacer públicas aquellas confidencias.
Como jugador de golf Adolfo Suárez era tremendamente competitivo, como en la vida misma, y si hubiera seguido la práctica de este deporte creo que hubiese conseguido un hándicap bajo.
Siempre decía que no entendía la razón de tanto palo en la bolsa ya que con el siete tenía suficiente. Eso lo pensamos todos al principio porque el hierro siete suele ser con el que se reciben las clases, pero cuando ya llevamos tiempo a todos nos gusta, es más disfrutamos, dando rabazos con los otros trece palos. El caso es complicarnos la vida.
La historia de esta relación comenzó en el campo de prácticas. A la misma hora del mismo día Adolfo era alumno de Julián Nogales y yo de Antonio Garrido. A Suárez, gran fisonomista, le sonaba mi cara. Yo estuve en la primera fila de la información política durante la Transición y muchas veces había informado de las actividades del Presidente.
Un día Antonio Garrido retó a Julián Nogales a un partido, con una comida en juego, en el que participaríamos, junto a ellos, los dos alumnos. Confieso que ganamos, mejor dicho que ganó Antonio Garrido y a partir de ese largo aperitivo, Adolfo no era un hombre de comidas, comenzó todo.
Solamente dos anécdotas. Un día me contaba como terminaron sus contactos con Obiang. Estábamos en el hoyo dos cerca del green, él  da su golpe y queda a diez metros del hoyo, yo doy el mío y quedo a metro y medio.
Él es el primero en patear y la mete, yo hago lo propio y fallo:
– Hoy contarás en tu programa[1] que el ex presidente Suárez mete putts de diez metros
– Vale, yo cuento lo que me acabas de relatar sobre Obiang y después digo que eres un genio del golf.
-Sabes que eso no puede ser.
Tampoco conté lo del putter no por nada, sino porque no tenía mucho sentido y podría parecer una fatuidad por mi parte decir por un micrófono, sin venir a cuento, primero que jugaba al golf y segundo que lo hacía con Adolfo Suárez.
La otra anécdota fue más dolorosa para él. Estando la salida del hoyo nueve, alguien dio un golpe desafortunado y la bola fue a estrellare contra la espalda del ex presidente que sufrió una luxación de una costilla.
Su reacción fue volverse a sus guardaespaldas y en tono de broma decirles:
-¿Y vosotros para que estáis? Si me hubiesen dado en la boca…
Curiosamente pocos días antes el ministro Julián García Vargas había recibido un bolazo similar, en esta ocasión el autor fue mi hermano Andrés que siempre aseguró que había sido fortuito. El caso es que parecía que se había iniciado la caza del político en Somosaguas. Una caza neutral porque los bolazos se los llevaban tanto los de centro como los de izquierdas.
En esta nueva etapa de mi vida, repito, que espero larga, dedicaré mucho tiempo al Golf con la promesa de no mover la cabeza durante el golpe, pero cada vez que juegue en Somosaguas recordaré aquel partido en el que Adolfo Suárez estuvo convenciendo a Carmen, mi mujer, para que me regalase unos palos nuevos. Y lo consiguió.


[1] Entonces yo dirigía el informativo “El Campanario” de Antena 3

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