¡No acabarán con nosotros! ¿O sí?
Basilio Rogado escribe sobre la verdadera y casi dramática situación del golf en Madrid, después de las últimas y malas noticias que afectan a este deporte en la capital de España.
A mediados de septiembre la Federación de Golf de Madrid presentó en El Escorial, dentro de las Jornadas Técnicas de los Gerentes de campos de golf, un estudio sobre la situación del golf en Madrid. El estudio, elaborado por la empresa Sports Marketing Surveys -ver más información en esta misma página web-, concluía en señalar algo que es conocido por todos los golfistas: la mala imagen que el golf tiene en la sociedad española que lo considera un deporte “elitista, aburrido y para ricos”.
No hay nada peor que la ignorancia y para todo aquel que no lo ha probado, la práctica del golf es un vicio caro, que solo se pueden permitir los adinerados y los viejos.
No cabe duda de que la existencia de clubs privados y elitistas ha contribuido en gran medida a esa percepción negativa que gran parte de la sociedad española tiene sobre un deporte maravilloso que realmente es un vicio que engancha a todo aquel que lo empieza a practicar, y que la realidad de este deporte en todo el mundo, no tiene nada que ver con que existan clubs privados donde los “ricos” se apiñan para aislarse del exterior y no ser molestados por el resto de los mortales.
Según los datos oficiales, a finales del año 2015, en España había federados 277.782 golfistas, cifra que disminuye desde que se inició la crisis económica. En Madrid, que es el lugar donde hay más practicantes, la cifra de federados era, también con datos de finales de 2015, de 82.775.
EL GOLF, COMO EXCUSA
Está claro que cierto número de esos casi 300.000 golfistas que hay en España, quizás mil -por poner una cifra que, aunque pueda ser excesiva, puede explicar el rencor que, con la excusa del golf, se tiene hacia esa “minoría odiosa que hay en toda sociedad- se encastillan en esos clubs privados a los que solo se accede con pedigrí, con un documento que certifique la pertenencia a una determinada estirpe, linaje o casta… exactamente igual que ocurre en las altas esferas de los partidos políticos.
Por el contrario, más de 250.000 personas dedican en España su tiempo a jugar al golf, y son solo la punta de un iceberg en el que confluyen más de 80 millones de practicantes en todo el mundo, con los Estados Unidos de Norteamérica como principal referente, igual que el Reino Unido lo es en Europa, y China y Corea del -donde el golf ha dejado de ser un deporte emergente para convertirse en toda una referencia-, en Asia.
Para todos aquellos ignorantes que tachan al golf como un deporte de derechas -e incluso de fachas-, las estadísticas que se refieren al número de practicantes en países como China o Corea del Sur, cuyo número aumenta como la espuma, en proporción geométrica respecto a la cantidad de nuevos profesionales que se reparten por todo el mundo, acaba con cualquier tipo de especulación respecto al carácter ideológico de los jugadores de golf.
El verdadero problema del golf en España y, en este caso concreto, en Madrid, que es donde se realizó el estudio al que me refiero al comienzo de este artículo, no está en lo que una empresa de marketing deportivo pueda explicar en un informe, sino a pie de calle, en lo que está ocurriendo en realidad.
LOS POLÍTICOS Y EL GOLF
Y la realidad es que los políticos españoles temen al golf más que a un voto en contra. Como la idea es que “el golf es una actividad mal vista por la mayoría de la sociedad”, cualquier decisión relativa a este deporte tiene que ser negativa en principio porque “eso da votos”.
Nada más llegar a la alcaldía de Madrid, la regidora Carmena habló de la posibilidad, o necesidad, de convertir el Club de Campo Villa de Madrid, en un enorme huerto urbano. ¡Pocas cosas más importantes había que hacer en la capital de España!
-No sabemos qué hacer en el Club de Campo, confesó la alcaldesa… Pero algo haremos.
Desde entonces, la espada de Damocles pende sobre los abonados, en su mayoría golfistas, del citado complejo deportivo. Por supuesto, el resto de los deportes -incluida la hípica, que al utilizar caballos, la estirpe del, o de la, que lo monta, no tiene importancia-, seguiría practicándose en el recinto.
Lo mismo que en las instalaciones del Canal de Isabel II, en el barrio de Chamberí, en el mismo centro de la ciudad. Unas magníficas instalaciones deportivas, instaladas sobre un depósito del Canal de Isabel II, al que las manifestaciones vecinales y las políticas de oposición anteriores al actual gobierno municipal, han llevado a la desaparición -ver más información en esta misma página web-.
Y todo porque se construyó una cancha de prácticas de golf y un campo de pitch & putt, que es por lo que algunos vecinos protestaban. El resto de instalaciones: pádel, fútbol… seguirán en pie, “pero el golf… debe morir”. Y todo porque los vecinos prefieren un parque -que poco a poco servirá de escenario de litronas y se llenará de homeless- antes que tener un magnífico recinto al que han acudido, desde su inauguración, más de 1.300.000 personas –datos de la Comunidad de Madrid-. Y es que esos “vecinos” que deseaban acabar con el golf, lo que no querían es que los “visitantes nos quiten plazas de aparcamiento”, entre otras peregrinas razones basadas, como siempre, en la ignorancia.
PROBLEMAS REALES
Esos citados, sí que son problemas del golf en Madrid, a pie de calle. Como lo son los numerosos casos de olvido y desaparición de espacios y jugadores que se suceden en los últimos tiempos, ante el silencio cómplice de las autoridades golfísticas federativas.
A la incertidumbre sobre el futuro golfístico del CCVM, y a la desaparición del Golf Canal, se añaden otras muchas acciones en contra de esta actividad deportiva: el cierre de la cancha de prácticas de Somontes; la desaparición del pitch & putt del conocido como “Campo de tiro” en la carretera de Villanueva del Pardillo; el defectuoso mantenimiento de campos como El Negralejo y algún otro; la reducción del Golf Somosaguas de par 70, a par 66, debido a las obras de una carretera para dar servicio al nuevo complejo de viviendas que se va a construir en las inmediaciones de un campo, en el que la mitad de la Casa Club se ha convertido en oficina de ventas del citado complejo…
Y si se investiga a fondo, seguro que son muchas más las causas por las que el golf de Madrid está de capa caída, y las soluciones, muy lejos de parecerse a las que las empresas de marketing deportivo, ofrecen a las autoridades golfísticas.