Yo me tragué EL DEBATE…. ¿del siglo? Y lo cuento en clave de golf, de boxeo y de fútbol’
José Luis Valenciano, colaborador habitual de golfinone.es, tuvo la paciencia de ver el debate entre Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba y lo comenta en clave deportiva, con el golf como uno de los protagonistas, por supuesto.
José Luis Valenciano, arquitecto, ínclito golfista y conspicuo escritor ha vuelto a romperse un tobillo, esta vez el derecho, durante un partido de golf. El anterior “desliz” fue hace cosa de dos años, y también en el escenario de sus “triunfos golfísticos”, el Club de Campo Villa de Madrid. Entonces nos envió sus “Crónicas aquileanas” -porque lo que se rompió entonces fue el tendón de Aquiles- y ahora volverá a tenernos al corriente del desarrollo de su “pie quebrado. Solo unos días después del percance y, desde su lecho de convaleciente, mira ese espejuelo virtual que es la televisión -cosa que no podía hacer James Stewart, que contemplaba a sus vecinos desde su indiscreta ventana- y tiene tiempo suficiente no solo para haber visto EL DEBATE entero, que ya es masoquismo, sino para escribir sus comentarios acerca del “desenfrentamiento” entre Rajoy y Rubalbaca, que tan poco monta, en clave deportiva, utilizando el golf -¿cómo no?- el boxeo y el fútbol. Aquí están sus consideraciones sobre EL DEBATE, a las que seguirán otras “obrecillas” que como a Fray Luis de León se le caen de las manos, aunque para eso, haya tenido que caerse él mismo, todo lo largo que es, en su misma mismidad. ¡Que escribas mucho y que tardes poco en recuperarte! Basilio Rogado.
"YO ME TRAGUÉ EL DEBATE ENTERO"
El lunes me tragué entero el “esperado” debate. Cómo, ¿entero? Sí, entero. Claro que teniendo en cuenta que tengo el tobillo derecho escayolado y que no funciona el mando a distancia de la tele la cosa era casi irremediable. ¿Y que te pareció? Paso a explicarme.
Para hacer la crónica me debato entre tres modelos deportivos. El primero, teniendo en cuenta que el tobillo me lo he quebrado hace tres días jugando al golf, podría enfocarlo como un match de golf. El segundo, a la vista de la desaparición simultánea del mítico Joe Frazier, sería tratarlo como un combate de boxeo. La tercera línea argumental, habida cuenta de lo animada que está la Liga, podría ser describirlo como un partido de futbol.
UN MATCH DE GOLF
El match de golf, tal como lo veo, se planteó de la manera que paso a describir. Mientras el jugador más alto prepara el golpe en el tee del uno, su rival se esta moviendo, habla con su caddie…, incordia en suma. Como las bolas de ambos reposan fuera del fairway, después del golpe de salida, el jugador bajito (que, por cierto, es zurdo) niega la posibilidad de que la bola de su rival pueda estar embebida en su propio impacto, mientras para la suya reclama (y obtiene del árbitro) alivio por obstrucción con la huella de la pisada de un caballo (como es bien sabido, animal de madriguera). Ya en el green, una vez que ha metido su putt, el golfista trapacero hace comentarios acerca de lo rapidísimo que está, de la enorme caída que tiene hacia la izquierda y de lo difícil que es el putt de su contrario, lo que lleva a este último a quedarse corto en su putt y dos metros a la derecha del agujero. Con diferentes variantes de nulo fair play por parte del jugador calvo, se van desgranando los hoyos con la letanía constante de nuestro protagonista en la que, para sus adentros pero de modo que se le oiga, se queja de la suerte que acompaña a su contrincante a pesar de su convicción de que él está en posesión de un swing mucho mas académico. Una delicia de match.
UN COMBATE DE BOXEO
Si me inspiro en el boxeo, creo que los contendientes tuvieron una extraña forma de plantear los papeles. A pesar de que los dos púgiles eran aspirantes dio la impresión de que uno de ellos defendía la Corona y el otro, de menor corpulencia, trataba de asaltarla. El de mayor envergadura estaba perfectamente asentado en el centro del ring mientras que su rival se movía en círculos amagando con la esgrima de cintura, sacando su puño izquierdo en tanteos tímidos, con su codo derecho protegiendo el hígado, pero al menor amago de contacto utilizaba todas las marrullerías posibles, es decir, trabarse en mil clinchs, lanzar algún golpe bajo, atacar con la cabeza por delante, etc. En suma, enfangar el combate.
UN PARTIDO DE FÚTBOL
Si utilizo el símil de un partido de futbol debo reconocer que, aparte de aburrido, el match se planteó entre un equipo dispuesto a jugar y otro que lo entendió como una batalla en el centro de campo con pressing total, faltas tácticas, patadas en las espinillas, pérdidas de tiempo, simulación de lesiones, peticiones de tarjetas al arbitro, etc. Parecía la lucha denodada de un equipo que se jugaba el descenso contra el campeón de la Liga. Daba la impresión de que al entrenador del equipo marrullero solo le preocupaba mantener el puesto una vez descendido su equipo.
Lo malo de todo ello es que, tanto si hubiera sido un match de golf, un combate de boxeo o un partido de futbol, el resultado de la contienda no será hecho público hasta el día 20 de Noviembre y para entonces serán otros los contendientes, es decir, el resultado lo establecerán los espectadores.
Ah!, se me olvidaba, arbitró Iturralde, mal, como siempre. Me recordó al nefasto inglés que dirigió la final de la Copa del Mundo permitiendo el juego violento y sucio de los holandeses. Iturralde, es decir, Campos, al final se deshizo en innecesarias gratitudes a los rivales por su presencia, sobre todo al grandullón que podría haber pasado del asunto al acudir, como lo hacía, de favorito. ¡Que cosas!.
Sic transit gloria mundi.