“He hecho un 13 sin fallar un golpe”. Eso es lo que dijo Sergio García al terminar su primera vuelta en el Masters de Augusta. “Son cosas desafortunadas que ocurren: he hecho 13 golpes sin fallar uno. Si la primera bola sube un poco se me queda un cuatro fácil pero no lo ha hecho. Luego he dado buenos golpes y la bola no se quería quedar. Es desafortunado pero es lo que ha ocurrido”.
Y lo que ocurrió es que en el par 5 del hoyo 15, un hoyo que tiene cierta similitud con el 17 de Valderrama, el español se fue cinco veces al agua, para terminar con un putt de tres metros y un trece que le dejó fuera del corte del Major que ganó el pasado año.
¿Por qué entonces, al mandar una bola al agua en el hoyo 12 del TPC Sawgrass, en la última ronda de The Players, regañó a un niño de mala manera?. Si para Sergio las cinco bolas enviadas al agua en Augusta fueron buenos golpes, ¿por qué era malo el del TPC Sawgrass?
Está claro que un golfista profesional tiene que soportar la presencia de los espectadores prácticamente encima de su posición al golpear la bola. Y es cierto, también, que hay mucho metepatas entre la multitud que acompaña a un golfista en un torneo de las características de The Players, pero la reacción de un profesional ante uno, o varios, de esos bárbaros que no saben comportarse en un espectáculo deportivo.
Pero dar por buena una bola cuando sale del palo del jugador, sin saber a donde va, ya que es muy difícil verla volar, y desde luego, sin haberla visto caer, es muy normal. Y más en un niño que tiene una visión mucho más complicada, debido a su escasa altura que cualquier adulto.
Desde luego, nada justifica la reacción de Sergio García, que ahora dice -en un tuit, que es donde es más fácil justificarse- que «sus palabras no se referían al niño, sino a dos adultos que también jalearon su golpe».
Esa misma justificación pudo haberla hecho cuando terminó su participación en The Players y fue entrevistado en Movistar Gol. Y ni siquiera se refirió al incidente, al margen de que no se puede ser más «borde» al responder a una periodista que solo le hacía preguntas amables.
El caso es que, una vez más, Sergio García, que juega todos los torneos de su Texas consorte, pero no viene al Open de España, ha demostrado que, como persona, no está a la altura de su categoría como golfista.
¡Lástima!