Romance: SERGIO Y LA FLAUTA DE BARTOLO
La trayectoria profesional de Sergio García, y en especial su magnífico partido, que acabaría empatado con satisfacción para todos, frente a Phil Mickelson en la pasada Ryder Cup. bien merece un romance de Basilio Rogado.
I
La flauta de Bartolo,
todo el mundo lo sabía,
tenía un agujero solo,
y la música salía
cuando el niño la tocaba,
solito y sin compañía.
Siempre daba la lata
pero, ¡como soplaría!
que su sonido estridente
a kilómetros se oía.
El calor no le afectaba
e, incluso cuando llovía,
con la su flauta intentaba
tocar una melodía,
que casi nunca sonaba
como su dueño quería:
sopló con todas sus fuerzas,
hasta ver que no volvía
la magia del instrumento.
II
Y en eso llegó el gran día:
Bartolo tocó su flauta
y al verlo como tañía
el publico entusiasmado
creyó entrar en extasía.
Había llegado la hora,
todo el mundo le aplaudía
y al terminar el concierto
los elogios le envolvían.
Nunca más volvió a tocar,
de la forma que aquel día
y aunque la flauta soplaba
hasta quedarse sin viento,
el son se le resistía.
Y así, hora tras hora
y luego, día tras día.
III
No porque suene la flauta
y parezca melodía
lo que suena en un momento,
ni siquiera el tal Bartolo
virtuoso parecía.
Lo mismo pasa en el golf
y en la vida, ¡que porfía!
La flauta debía sonar
cuando uno desearía.
A Willet, un suponer,
en el Masters llegaría
y, de hecho, lo ganó,
aunque no lo merecía.
Jordan se lo regaló,
al pensar que bucearía
la bola que, por dos veces,
en el agua sumergía.
IV
¿Quien responde la pregunta:
la maldición, qué decía?
Algunos que ganan Grandes
a vencer ya no volvían.
¿Qué fue de Daly y de Curtis.
Dónde está en su biografía
La gloria que ya ha alcanzado
Sergio con sus correrías.
Y Hamilton y Duval,
Y Lawrie, que ganaría
porque a un tal Van de Velde
la olla se le pudría.
Y así, una tras otra,
mil historias contaría.
Y la mejor, entre todas,
pasaría por García
y por ese su partido
que, al final empataría,
con Mickelson en la Ryder,
que en leyenda convertían
tantos birdies, tantos golpes,
tan buenos que llamarían,
al cielo de los golfistas
si es que la Gloria existía.
y V
Sergio ya tiene un Grande:
él mismo se convertía
en un Grande del deporte,
e igual que Seve lo hacía,
a Sergio, aunque es distinto,
siempre se le desafía:
“Tiene que ganar un Major”,
el público le pedía
y puede que aún lo consiga
por ganas no quedaría,
pero si eso no pasara,
nadie recriminaría
la trayectoria ejemplar
del que en Castellón nacía,
que si se pone a soplar,
la flauta no tocaría
ya que, puestos a afinar,
solo un violín sonaría,
porque así suele ganar
el virtuoso García,
que de Niño pasó a Grande,
como sus padres querían.
¡Bien por el «vate»!