Esta es la tercera entrega del romance del Tigre de madera -el lector puede encontrar las dos anteriores en las páginas de opinión de golfinone.es-. Esperaba para escribir este nuevo poema a que Tiger se decidiera a volver y así ponerle versos a su regreso. Pero en vista de que la cosa parece que va para largo y que en el mundo del golf todos, compañeros -el penúltimo Tom Watson- y aficionados solicitan la comparecencia del número 1 ante los medios de comunicación y su retorno a la competición, me he permitido el capricho de volver a poner en solfa el asunto Tiger, que va a seguir trayendo mucha cola, dicho sin segundas intenciones.
Antes no había nadie imprescindible. Ahora somos todos innecesarios (Basilio Rogado)
Cuán largo me lo fiais,
dijo el pobre que imploraba
la limosna cada día,
al rico que se ufanaba
de lo generoso que era,
y solo se preocupaba
de la pasta que tenía,
del dinero que amasaba
con el sudor de la frente
de aquellos que trabajaban
para su cuenta corriente.
Y cuando el pobre esperaba
una moneda de alivio,
del rico, ni una mirada,
ni un rascarse el bolsillo.
¿Qué fecha tendrá guardada
Tiger en su casillero
para contar en cascada
lo sucedido en su casa?
Nadie pide una limosna,
tan solo alguna palabra
que justifique su falta
y nos deje la esperanza
de su regreso a los birdies
de su vuelta a las portadas,
pero no de las revistas
del corazón y las nalgas,
sino de esos diarios
que publican en sus páginas
las hazañas deportivas,
los records y sus ganancias.
Te lo pide la afición
y tus mismos camaradas:
hasta Tom Watson te dice
que vuelvas a las andadas,
las de los fairways, se entiende,
no a las otras gorrinadas.
¡Vuelve pronto Tiger Woods
o quédate quieto en casa,
pero dinos de una vez
que coño es lo que te pasa!
No queremos esperar
porque nos tienes en ascuas,
y creo que no merecemos
que nos sigas dando largas.
Y si esperas a curarte
de las compañías malas,
del impulso mujeriego,
eso solo se calmaba
de joven con el bromuro
y de viejo con la añada.
Así que no aguardes más,
asómate y da la cara,
dinos toda la verdad
y eso solo te curaba
de tu “vicio” y tus ardores
de los males que aquejaban
tu figura rozagante,
tu mancebía enarbolada.
Y si crees que los doctores
te curan de una sentada,
no te fíes de hospitales,
de galenos y psiquiatras,
que solo se vive una vez
y con la pasta que ganas
todo tiene curación,
hasta las cosas más raras.
Levanta ya la cabeza,
no la escondas bajo el ala
no hagas como el avestruz.
Enfréntate a tu mañana
que muchos triunfos te aguardan
si vuelves a ser aquel
que tantos putts embocabas.
Foto: Archivo Wikimedia Commons