Romance del nuevo soltero: Tiger Woods, “a enemigo que huye, puente de Manhattan”.

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Tiger Woods se ha ido a vivir a Nueva York, al sur de Manhattan, mientras su ex mujer y los dos hijos vivirán entre Florida y Suecia. (En la foto, el puente de Manhattan).

Una casa en Nueva York
y este cuento no ha acabado,
que no ha hecho más que empezar
cuando Tiger se ha instalado
en un ático de lujo
en un lugar afamado:
Manhattan es una isla,
pero no hay un fracasado,
un Robinson, un Crusoe,
que allí haya naufragado.
Tiger Woods, al final,
vida nueva ha comenzado,
dejando atrás la Florida,
donde la historia ha quedado
detenida en un segundo
con un coche golpeado
contra una boca de riego
que le dejó amoratado,
no solo en sus carnes vivas,
sino en el alma clavado
el dolor de la mentira,  
tanto daño provocado,
tanto sentimiento falso,
por el vicio desatado,
por su apetito sexual
de caballo desbocado.
Fue tantas veces por lana
que terminó trasquilado,
si era amor lo que buscaba,
el sexo solo ha encontrado
y ahora, otra vez soltero
pensará, contrariado:
"voy a tener que volver
al hospital visitado
porque quiero tener ganas
como todo enamorado
por si me vuelve a surgir
otro apaño deseado".
"¡Mira que si ahora puedo,
pero se queda callado
quien lleva la voz cantante
en el momento anhelado!
¿Y si aquel doctor del sexo
para el arrastre ha dejado
aquello que yo tenía
como mi bien más preciado?
¿Podrá el órgano sonar
cuando, el momento llegado,
tenga que elevar la nota
a su límite esperado?"
Ya se conoce de sobra
por los textos publicados
que aquel Tigre de madera
dejaba el nivel muy alto.
 ¿Y después de la terapia,
si el vicio se le ha acabado
para qué quiere en Manhattan
un pisito, un loft soñado
por cualquier hombre soltero,
famoso y adinerado,
si no puede conseguir
 aquello que es tan preciado
que las señoras ofrecen,
bien a los que han pagado
con creces unos servicios,
o porque han enamorado
a ese hombre de sus sueños,
a ese galán delicado
que empieza en Príncipe Azul
y termina, con los años
en un azulón barbado?
ESTRAMBOTE
"Tú a Suecia con los dos niños,
yo en Manhattan, solitario".
Si la pareja se rompe
porque el amor se ha acabado,
los que de verdad lo sufren,
los que están desamparados,
son los niños que se quedan,
sin los padres tan amados.
Porque por mucho dinero
que le llegue al separado,
divorciada, en este caso,
porque ella lo ha cobrado,
no hay capital suficiente
ni hay un cariño comprado
que sustituya la ausencia
de un padre que se ha marchado.
Tiger ha puesto un puente,
en Manhattan, alejado,
y aunque sea de ley la plata,
ni en un avión privado
estarán cerca los hijos
para poder abrazarlos
cuando en las noches de invierno,
que en Suecia son de cuidado,
necesiten a su padre
que estará, de triunfo en triunfo,
pero sin poder besarlos.
                                                        
…Y colorín colorado,
este cuento entristecido
todavía no se ha acabado,
porque el dolor llega a todos,
aunque tengan muchos cuartos.

(La foto del puente de Manhattan pertenece al archivo de Wikimedia Commons).

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