Golf sin humos en los JJ.OO. de Río
Darren Clarke, capitán europeo para la Ryder 2016 es fumador, igual que el Pisha, que quiere estar en Río de Janeiro, donde el COI quiere prohibir fumar en el campo de golf. Lean el romance de Basilio Rogado.
(En la imagen, Darren Clarke, ganador del Open Championship 2011, habitual fumador de cigarrillos durante los torneos en los que participa).
El 31 de mayo de 2010, con motivo del “Día Mundial sin tabaco” Basilio Rogado escribió un romance crítico con la actitud de los golfistas fumadores que encienden cigarrillo tras cigarrillo en medio de una partida y en pleno campo. Desde mucho antes el periodista ha denunciado por activa y por pasiva a los fumadores golfistas, entre otras cosas porque es increíble que se considere dopaje a determinadas sustancias que son mucho menos nocivas que el tabaco y que, sin embargo, en un deporte como el golf se permita a los jugadores, incluidos los profesionales, que es mucho peor, seguir fumando como si nada durante los torneos oficiales.
Por extraño que parezca, las miles y complicadas normas del Royal & Ancient, que es el organismo que dicta en Europa las reglas por las que juegan al golf, tanto los aficionados como los profesionales, permiten fumar a los jugadores cuando compiten.
Contra esa absurda tolerancia hacia los fumadores, que supone una discriminación hacia los no fumadores, y una ventaja para los que fuman, que aplacan sus nervios con los cigarrillos o, lo que es peor, con un puro, fue escrito este “Romance del Fumador: fuera de los campos de golf” que ha vuelto a la actualidad después de que Darren Clarke, fumador empedernido que, como debe de tener mala conciencia, fuma en el campo a escondidas de las cámaras de televisión, ganara el Open Championship el pasado 17 de julio.
Clarke, además es el capitán europeo de la Ryder Cup 2016 y, aunque no estará en los Juegos Olímpicos, tampoco su labor como capitán debía ser compatible con el vicio del fumeque.
El romance, aunque sea de nuevo predicar en el desierto, ha sido actualizado no solo por esa victoria de un fumador incansable, sino por el hecho de que en el Comité Olímpico Internacional están dispuestos a decirle a los responsables del Royal & Ancient que, o se prohíbe fumar en el campo de golf, o en los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro habrá algo más que problemas. Sin embargo, parece que los responsables del golf internacional no se han dado por enterados. Desde luego, a Miguel Ángel Jiménez “que ya se ve en la Villa Olímpica, con un pedazo de habano”, parece importarle un comino lo que piensen los organizadores de los Juegos de Río. (Ver más información en esta misma página web).
ROMANCE DE LOS FUMADORES: ¡FUERA EL TABACO DE LOS CAMPOS DE GOLF!
I
Igual que los caballeros
que fueron a las Cruzadas
a quitarle al sarraceno
aquellas tierras sagradas;
contra el cigarro encendido
aquí empieza una campaña
para que los fumadores,
con intención buena y sana,
dejen su vicio aparcado
antes de entrar en la Casa
Club que también se llama,
y donde, con buen criterio,
los fumadores no pasan.
II
Resulta algo chocante
que con miles normas vanas
como tiene el Reglamento
que más parece Ordenanza,
la de fumar no aparezca
entre prohibiciones tantas.
¿No será porque los viejos
del Royal, la grey anciana,
fuman todos unas pipas
que ni un carretero salta?
¿Por qué mi rival se fuma
un cigarrillo a sus anchas
para quitarse los nervios
si de patear se trata?
III
¿No está prohibido ayudarse
y las penas te amenazan
si con un solo soplido
un milímetro adelantas?
Pues de gran ayuda es,
y su cara les delata,
cuando embocan la bolita
después de dar la chupada.
Y así, con esa ayudita,
y la partida acabada,
siempre le toca al más tonto
pagar la cuenta en la barra.
Y todo por no fumar,
por no alterar la tarjeta
y estar, encima, a merced
de quien se sirve de tretas
para cambiar tras el humo
las cifras brutas y netas.
IV
Más, llegados a este punto,
quiero hacer una pirueta,
un inciso en el romance
para que quede, concreta
y bien sentada opinión
en esta privada encuesta:
nunca he sido fumador,
pero a mí no me molesta
que fumen alrededor.
Mi mujer fuma en la casa,
bien sabe que no me importa
mientras no sea en la cama,
que son otros menesteres
para los que debe usarla.
Nunca he fumado en pipa,
ni chocolate, ni nada
y ni un solo puro habano
ha llegado a mi garganta.
Sin hablar de cigarrillos
que son también cosa insana.
En cuanto a los fumadores,
no tengo nada en su contra,
pues cada uno se mata
con lo que más le apetezca,
con lo que más daño haga.
V
Pero no puedo aguantar
que el humo sea una trampa,
no ya por cegar mis ojos,
sino por ver alterada
la tarjeta del contrario
porque tengo que firmarla
y firmar es confirmar
del rival la animalada:
presentar una tarjeta
que con muchos puntos gana.
VI
Y si eso es cosa mala,
peor es la guarrería
en el fairway encontrada,
bien en forma de pitillo
o de colilla quemada.
¿Quién no ha tenido en el green
que pegarle una patada
al resto de un cigarrillo
o a una breva chamuscada?
Mancillar con el tabaco
la pradera verde clara,
no es falta de educación,
es porquería sonada
y ni los ecologistas
encontrarán más palabras
para expresar su protesta
que quien firma esta sátira
para escarnio de quien tira
al terminar la fumada,
las sobras de la humareda
que a sus pechos solivianta.
VII
Es tanta la porquería,
la basura acumulada
que los guarros que la tiran
deberían meterse el resto
por la posterior culata.
Y si son aficionados
los que hacen cochinadas
malo es; pero es más trauma
si los que chupan del bote
son jugadores que ganan
sus buenos euros por darle
a la bolita alveolada.
VIII
Con lo que me encanta el Pisha
que es mi jugador del alma,
me parece un mal ejemplo
sus coqueteos con La Habana
Aunque ahora ya no fuma
durante la ronda jugada,
al final de cada vuelta
le espera la gran chupada
y con su puro en la boca,
succiona con gran gozada
el chupete de tabaco
al final de la jornada.
Y esa imagen tan cachonda
que a muchos les hace gracia
no es buena para el deporte
y es fatal para la infancia.
IX
Y no solo es Miguel Ángel
quien fuma de una tacada,
hay muchos profesionales,
que, de forma exagerada,
como hace Darren Clarke,
dan chupada tras chupada
antes de darle a la bola
y después de la pegada.
Aunque se lo ha merecido
y sea toda una “irlandada”,
esa victoria de Darren
en el Open tan lograda,
estaría mejor vista
si no fuera propiciada
por el calor del tabaco,
por la gloria adicionada
que les da a los fumadores
la succión aprovechada.
X
¿Con qué cara van a ir
a jugar las Olimpiadas
los jugadores golfistas
con costumbres tan viciadas?
¿No querrán los futbolistas
ante miles de miradas
pararse en medio del juego
para echar una calada?
¿Y los boxeadores mismos
que sufren una burrada
no querrán hacerse un pito
al sonar la campanada?
Pues el PIsha ya lo ha dicho:
“quiero ir a la Olimpiada
y ya me veo en la Villa,
de todo el mundo admirada
con un habano en la boca
y la afición asombrada.
XI
Pues deberían prohibirlo
en St Andrews, capitana
de escribir todas las normas,
aunque sean una tontada.
Que con leyes anticuadas
en el deporte del golf
fumar sea una coartada
para tener menos nervios
con la bola casi dada,
no se ve en otro deporte,
solo en el golf esto pasa.
XII
Dicho queda lo ya dicho
como respuesta fundada
a quienes ahora pregunten
por mi fobia aquí expresada:
yo no tengo nada en contra
con el que fuma a mansalva,
por mí puede suicidarse
con lo que le venga en gana.
Pero si fumarse un puro
le da fuerzas aumentadas
y me gana la comida
tras hacer una jugada
con la que mete en el hoyo
una bola desahuciada,
yo no voy a consentir
que mi honor se vaya al traste
solo por una chupada.
Moraleja:
Ni una colilla más
aunque te cueste el partido,
en el green arrojarás,
que no hay nada más cochino,
más guarro y más parraflás
que una colilla apagada
en medio del ray grass.