Sin perdón
Para un forrabolas como es quien escribe, es un alivio ver que ilustrísimos caballeros del golf mundial fallan puts de un metro, se van al rough como todo hijo de vecino, besan la arena con más frecuencia de la debida o impactan sin rubor en la tribuna de espectadores.
Consuelo es la palabra. Sí, consuelo, tal como la define la RAE: descanso y alivio de la pena, molestia o fatiga que aflige y oprime el ánimo. Porque no me digan que, para un forrabolas como es quien escribe, no es un alivio ver que ilustrísimos caballeros del golf mundial fallan puts de un metro, se van al rough como todo hijo de vecino, besan la arena con más frecuencia de la debida o impactan sin rubor en la tribuna de espectadores.
Cierto que ellos están en Escocia a merced del viento, de la lluvia y del endemoniado recorrido de Troon que es palabra que no encuentra asiento en el diccionario del idioma de Don Guillermo y que, visto lo visto, a mi me suena más a trueno que a trono. No obstante, de alguna forma, el pequeño y envidioso demonio que todos llevamos en la bolsa, sonríe de medio lado cuando ve a ese Rory abrazando olímpicamente el brezo y otras hierbas, ¿o no?
Es cierto, es un pensamiento mezquino y rastrerillo pero, lo que digo, consuela. Consuela y da pena el mismo tiempo porque ver a ese pedazo de Montgomerie portando el oprobioso farolillo rojo, acongoja un poco. Más si pensamos que detrás de él relucen nombres como Els, Leonard, Lingmerth, Manassero, Casey, Oosthuizen o el mismísimo Sandy Lyle, que juega en su tierra.
Ay, pena, penita pena, o tal vez pity, litle pity, pity, en el improbable caso de que pudiera decirse así en escocés. Pena también nos dan los nuestros quienes, a pesar de todo, han conseguido agarrarse al campo con nails and teeht, (perdón por mi francés) y sin ser escoceses, ni siquiera británicos, ahí están. El peor, si excluimos a Scott, es Jon Ramh, un pipiolo que ondea la enseña española al ladito de hombrones como Buba Watson, Jim Furyk, Justin Thomas o jóvenes campeones como Jordan Spieth, todos con más cinco. Más uno, par y menos dos distinguen a Cabrera, er Pisha y García en la tabla de la tercera jornada.
Bueno, también es un consuelo saber que en esto del golf los españoles no somos los peores y que nuestra bandera pisa dignamente esos infernales campos donde el sol es rara avis y el agua no sale del grifo sino del cielo directamente. Hoy, pediremos a los hados del golf que no soplen tanto, que abran un resquicio a la luz del sol y que propicien una lucha justa entre el zurdo zurdísimo Mickelson y el sueco de Gotemburgo de nombre Stenson. Sergio, querido, Troon es para tí como una peli de Clint Eastwood, Sin perdón. Consuélate, aún te quedan balas.