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McIlroy (-21) le puso emoción a un injusto Tour Championship. Rahm (-11), decimoquinto

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Si algo le falta al Tour Championship, donde juegan, en teoría, los mejores jugadores del mundo, es emoción, interés. El injusto, a todas luces el sistema de «handicap inverso» que el PGA utiliza como fórmula para la disputa de esta prueba, el tercero y último de los play offs de la FedEx Cup, con el que finaliza la temporada oficial del circuito norteamericano y que reparte un «bonus» de 18.000.000$ para el ganador y de 6.500.000$ para el segundo clasificado.(Ver más información en esta misma página web).

Y, a pesar de la victoria (-21) de un Rory McIlroy intratable (67, 67, 63 y 66) que se impuso a un Scottie Scheffler (65, 66, 66 y 73) que, con un acumulado de -20, se hundió en la última vuelta, de manera increíble -aunque esto es el golf… y la madre que lo parió-, sigo pensando que a los responsables del PGA Tour les sonó la flauta norlandesa y, al final, tuvieron en los últimos hoyos de la cuarta ronda, una emoción que debería haber estado presente desde la primera vuelta pero que, con el horroroso sistema del «handicap inverso» necesita un «milagro golfístico» como el que se produjo en el East Lale Golf Club (par 70) en la localidad de Atlanta, que no suele ser normal.

Parece increíble pero es verdad: solo los cinco primeros, y eso siendo optimistas, tienen posibilidades de victoria, no solo en la prueba, sino en la clasificación final, que conlleva un bonus de 18.000.000$ para el ganador tanto que ni los mismos responsables de la organización los hacen públicos en su calendario oficial. En esta ocasión, McIlroy que estaba en el grupo del cinco al diez, de los treinta participantes y salía con -4, con lo que le daba seis golpes de ventaja a Scheffler, protagonizó una remontada que hace historia, igual que pudo hacerlo el pasado año Jon Rahm.

Pero, atención, el segundo clasificado, Sungjae Im, empatado al final (-20) con Scheffler, salía en el grupo del 11 al 15, igual que Jon Rahm, de los que le daban siete golpes al primero, y con sus cuatro tarjetas de 67, 65, 66 y 66, no solo remontó una barbaridad, sino que sin ese «handicap maldito», hubiera sido segundo en solitario y no hubiera tenido que repartir esos 6.500.000$ en bonus, con Scheffler.

En cuanto a Jon, que empezó, desde la décima posición, con -3 y era nuestro único representante tras la baja voluntaria de Sergio García del PGA Tour, aunque es muy posible que no se hubiera clasificado entre los treinta mejores que disputan esta última prueba, estuvo muy fino en las dos primeras vueltas, pero se dejó ir el fin de semana en el East Lake Golf Club. Sus cuatro tarjetas (67, 63, 71 y 71) demuestran que el viernes y el sábado, el vasco tenía una motivación distinta que al comienzo de la prueba.,

En la pasada edición, Cantlay terminó con -21 y Rahm (-20) quedó en segunda posición, pero sin los puntos que le daba el vasco al norteamericano, el ganador hubiera sido el de Barrika. Injusta la decisión del PGA Tour que, una vez más, se empecina en el error. Al menos, desde mi punto de vista. Y si hay razones ocultas para utlizar este «handicap inverso» que las digan, porque yo no lo entiendo.

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