La victoria de Andrew Johnston -the beef-, en el Open de España, un nuevo hito en la historia de Valderrama
Andrew Johnston, el inglés de 27años, 233 del mundo, que, por su morfología y su barba de hipster parece mayor, estrenó su palmarés al ganar (+1) el Open de España en Valderrama, preparado como para el US Open.
(En la imagen, Andrew Johnston con el trofeo del Open de España. Foto: Fernando Molina).
Andrew Johnston, el inglés de 27años, aunque por su morfología y su barba de hipster parece mayor, ha estrenado su palmarés en el Circuito Europeo, al ganar (+1) el Open de España en un campo como Valderrama, preparado como si hubiera sido para jugar el US Open, aunque el triunfador se lleve solo 333.333 € y no más de un millón y medio de $ como en el Grande norteamericano.
«The beef» -carne de vacuno- como se apoda «cariñosamente» a Johnston, sin que los que le pusieron el sobrenombre puedan jactarse de su ingenio, era el 233 del mundo al iniciar el torneo, el pasado jueves 14 de abril. Ahora Valderrama podrá presumir de haber logrado que el campo (par 71) ayudado por el viento, sobre todo las tres primeras jornadas, no haya permitido a ninguno de los 144 jugadores inscritos -de los cuales muy pocos figuran en el top 100 del ranking mundial- ganarle al recorrido gaditano.
Solo dos españoles, García y Cabrera, «obligados a jugar su Open» -ya que según la normativa si los nacionales no juegan su competición oficial del European Tour, deberán jugar dos torneos más para mantener la Tarjeta del Tour-, estaban clasificados entre los 30 primeros del ranking mundial, al iniciarse la prueba.
Sergio García, cuya Fundación ha sido anfritriona del torneo, era el 16 y Rafa Cabrera, el 29. Al final, el castellonense, el favorito por ranking, fue el único que salvó el honor, no solo hispano, sino del resto de jugadores, al firmar un 67 (cuatro bajo el par 71 del campo), la mejor tarjeta de la última jornada, el domingo 17, y una de las mejores de todo el torneo. Al final, el español, que embelleció el top ten del campeonato, con su tercera posición (+3), logró dominar un recorrido, que le gusta mucho más que Augusta, aunque solo fuera en la cuarta y última ronda.
Valderrama, que no necesita estos resultados para demostrar que es uno de los mejores campos de Europa, tiene ahora que conformarse con un ganador como Johnston, que está en las profundidades de la clasificación. Su imagen -«the beef»- aparecerá en ese pasillo de la Fama -bien físico, bien virtual-, donde se conservan los retratos de los vencedores, entre los que se alzaron con el título del Open de España 2016, para mayor gloria de la historia del torneo y del club gaditano, en cuyo top ten, aparte de Sergio García, solo hubo otros dos jugadores entre los cincuenta mejores del mundo: Soren Kjeldsen, cuarto (+4) y 41 del ranking, y Martin Kaymer, sexto (+5), el 56, que empata, entre otros, con Mikel Lorenzo Vera, que es el 312 del mundo y que terminó líder (+1) después de la tercera jornada.
NI TANTO, NI TAN CALVO
Los excesos no son buenos en ninguna actividad social, y desde luego, el deporte no es una excepción. Los aficionados disfrutan tanto con los birdies, como con los bogeys de los jugadores, siempre que sean en un entorno lógico. Un campeonato que ofrece 10.000.000 $ en premios, no se puede jugar en un campo/madre. Hasta los mejores del mundo se complican la vida en los Majors… y está claro que los recorridos más difíciles igualan a los jugadores, pero lo hacen por abajo… y estamos hablando de torneos Grandes o Campeonatos del Mundo, donde, incluso en situaciones extremas, los profesionales que están en las alturas del ranking, consiguen firmar victorias bajo par.
En Valderrama, sin ningún top ten y un solo top 20 -Sergio García es el 16 del mundo- y con muchos participantes por encima del puesto 200, querer que el campo sea más protagonista que los jugadores, es demasiado para cualquier cuerpo.
Si son importantes los recorridos, claro. Pero mucho más lo son los jugadores. Y si eso no les entra en la cabeza a algunos de los «cerebros» que manejan el golf de los despachos, deberían hacérselo mirar. Está claro que el golf, como dijo Sam Snead, es un deporte «que se juega en un espacio de 15 centímetros… los que van de oreja a oreja».
Ya se pueden poner campos largos, dificultarlos al máximo, dejar los greenes duros y rapidísimos… Aquí lo que importan no son los metros/yardas del campo, sino la distancia que va de una formación cutánea que forma la parte exterior del oído, a otra, y esa es la que sirve para que los jugadores levanten entusiamos y pasiones entre los espectadores de un torneo de golf.
Dicen los responsables del Club andaluz que el próximo año podría jugarse en Valderrama un torneo de 7.000.000 € «si se encuentra un patrocinador». Difícil está la situación, cuando en España hemos pasado de contar con siete torneos del Circuito Europeo a uno… y gracias. Este año 2016 se ha dado un paso adelante, pero sin las ayudas estatales o comunitarias de otros tiempos de bonanza, difícil lo tienen los organizadores para encontrar una empresa, que no sea una multinacional con un presidente «loco por el golf», que «invierta» el dineral que se requiere para organizar un torneo de golf con 7.000.000 € en premios, y que pueda hacerlo rentable con la respuesta comercial lógica a ese fuerte gasto, en un país con menos de 300.000 federados.
En cualquier caso, si se puede hacer en algún lugar de España, es en la costa andaluza, donde los turistas del norte de Europa vienen encantados a jugar en los campos españoles y a disfrutar del golf y la comida de esta California/Florida que tenemos en el sur, aunque gran parte de los dirigentes políticos no se hayan enterado aún, ni tengan mucho interés en saberlo.
Recuerdo la anécdota de uno de los directivos de Mahou, que siempre tenía en cartera el patrocinio, o al menos una cierta colaboración, de torneos de golf, que contaba «cuando hay una competición golfística en la que estamos, tengo que pasar por delante del departamento de marketing mirando para otro lado». Mirando para uno u otro lado, Mahou sigue estando presente en muchos acontecimientos donde la cerveza es la alegría del hoyo 19.