Tal y como vaticinó Jack Nicklaus, Tiger no va a perder la oportunidad de ganar un nuevo Major, que sería el 15 -¡Qué curioso, la niña bonita de los Grandes- si gana en Augusta, un campo que parece hecho a la medida del que sigue siendo el número 1. Tiger ya ha anunciado su intención -eso sí, sin dar la cara, por medio de su web- que va a volver en Augusta (8-11 de abril de 2010). Ha elegido lo más difícil como profesional, jugar un Grande sin competir desde hace casi seis meses, pero también ha buscado un torneo donde el férreo control, tanto a los medios de comunicación, como a los espectadores, hará más sencilla su presencia en el tee del 1. Basilio Rogado, tal y como prometió en su día, ha escrito un romance al retorno del Tigre.
El romance del retorno: El Tigre vuelve en Augusta
por Basilio Rogado
Lo hará por todo lo grande,
con oreja y vuelta al ruedo,
será en el Augusta Masters
donde quedará primero,
con permiso de los otros
y de su propio cerebro.
¿Será capaz Tiger Woods
de no pensar en el sexo
cuando a punto de meterla
se le mueva el agujero?
¿Podrá aguantar la presión,
no se le verá el plumero
cuando a dos metros del hoyo
tenga que embocar de nuevo?
La elección es de valientes,
no quiere ser telonero,
ni desea probar fortuna
en anteriores torneos.
“Yo en un Major, vive Dios”,
como si fuera un torero
de los que tanto se ausentan
pero vuelven por sus fueros.
Buena prueba, sí señor
de que es hombre y está entero,
aunque en aquel sanatorio
donde acogotan al sexo,
le hayan dado ya de alta
como si fuera un enfermo.
Malos sí que se pondrán
los que luchen con el fiero
que ya anuncia su intención:
volver a ganar dinero
por si acaso le hace falta
para tener en silencio
a Doña Elin y a los perros
que son muchos los que ladran
aunque luego muerdan menos.
Cuando el día ocho de abril
en el tee ya esté dispuesto,
todos los fans rugirán
como si todo este cuento
en lugar de pesadilla,
un camino hacia el infierno,
fuera solo un espejismo,
una visión, un mal sueño
que se acaba con un driver
que le llevará hasta el cielo
y con un putt que decida
la victoria y el consuelo
de olvidarse de los males
esos que pudo haber hecho
por buscar camas ajenas
para estimular su ego.
Él quiere ganar un Grande
para acercarse a ese record
que tiene Nicklaus en casa
con dieciocho recuerdos.
Sería la “niña bonita”,
que cosas tienen los tiempos,
si para ganar el quince,
el Tigre hace lo correcto
y en Augusta, sin descuido
pone tierra de por medio.
Pero ha de andar con cuidado
porque para dar el pego,
a la pelota de golf
ha de pegar con esmero,
porque es bola caprichosa
que no entiende de boleros
y a la que le da lo mismo
un listo que un embustero.
Y son muchos los que quieren
que salga ya del trastero,
que en el armario no ha estado
ni siquiera de viajero,
para intentar derrotarle
y ponerle en un aprieto.
Pero ahora más que nunca,
el Tigre debe ser diestro
y ya que no de defensa
jugará de delantero,
para que nadie más rápido
arrime al gatillo el dedo.
Todos le quieren ganar,
a nadie le importa un bledo,
verle reír o llorar,
que la vida es siempre riesgo.
Pero si por un casual
Tiger pierde en su regreso,
nadie le va a perdonar
que haya sido por el sexo.
Y todos le harán pagar
sus muchísimos excesos,
que hay cosas que no perdonan
ni los más rendidos siervos.
Si el driver le da la gloria
en los campos augusteños,
el putt será la victoria
sobre sus diablos internos,
pero si no llega el éxito
y en el pódium no le vemos,
solo le queda un camino:
descender a los infiernos.