El árbol de Eisenhower del hoyo 17 de Augusta, derribado por una tormenta
Esta edición del Masters de Augusta será muy especial. Lo más importante es que Tiger Woods va a faltar a la cita de un Grande, el primero de la temporada. Pero la tala del Eisenhower Tree, en el hoyo 17, va a ser otra ausencia que los espectadores echarán de menos.
Esta edición del Masters de Augusta será muy especial. Lo más importante es que Tiger Woods va a faltar a la cita de un Grande, el primero de la temporada (ver más información en esta misma página web), pero hay otra ausencia que muchos espectadores van a echar de menos, aunque a algunos jugadores no les importe demasiado, e incluso, se alegren del vacío que ha dejado.
Por supuesto, me refiero al Eisenhower tree, el pino de Eisenhower, colocado de manera estratégica en el hoyo 17 del Augusta National, y que ha sido derribado después de que una tormenta de hielo, el mes de febrero pasado, le dejara a punto de convertirse en leña. Bajo estas líneas, el árbol de Eisenhower que tantos disgustos dio a Ike, a la caída del driver del hoyo 17 de Augusta National.
Lo que no pudo el ex presidente IKe, que intentó, en vano, que los diferentes dirigentes del campo talaran el árbol, lo ha podido, muchos años después de la muerte del que fuera presidente de los Estados Unidos, y socio distinguido, imagino que incluso de honor del campo, pudo lograr. Dwight D. Eisenhower jugó en Augusta, desde los años 1948 a 1969 y el año 1956 propuso la tala del árbol en una de las reuniones de los socios del Club. A pesar de la personalidad del ex presidente, el entonces responsable del club, Clifford Roberts, ni siquiera hizo caso al Orden del Día y no tomó en consideración la petición de Ike.
El pino, que tenía más de doscientos años y veinte metros de altura, estaba situado a la izquierda de la calle del hoyo 17, a unos 190 metros del Tee y entraba en juego siempre que no se jugara a la derecha de la calle. Muchos jugadores perdieron sus opciones al título al «tropezar» su bola con ese árbol que ahora ha dejado medio desnuda la calle del 17. Otros, sin embargo, como el caso de Arnold Palmer, están agradecidos al «mono» que siempre vive, aunque sea de manera virtual en los árboles que entran en juego en los campos de golf, y que en una ocasión vio como su bola rebotaba contra el tronco del árbol, en 1958, cuando iba camino de ganar su primer Masters. Palmer alcanzó el green con un hierro 4 y con dos putts hizo el par y mantuvo la ventaja de un golpe que finalmente le dio la victoria sobre Doug Ford y Fred Hawkins.
Hace tres años, Tiger Woods se escurrió con la pinaza del pino y se escurrió cuando intentaba dar un golpe desde debajo del árbol, lugar al que había caído la bola. El resbalón le costó a Woods una lesión en el tendón de Aquiles que le tuvo de baja prácticamente todo el verano.
En el caso de Chema Olazábal, de cuya primera victoria en Augusta,en 1994, se cumplen veinte años, el asunto no tiene mayor trascendencia. El árbol les preocupaba a los grandes pegadores, pero ahora yo no estoy ya para esos trotes. Chema asegura que se encuentra en Augusta, encantado, pero no se ve con opciones, no ya a ganar, sino a estar entre los mejores: «yo vengo a jugar y a divertirme y a quedar lo mejor que pueda», aseguró Chema tras jugar el lunes día 7, nueve hoyos -los nueve segundos, precisamente, de entrenamiento.