Romance: los héroes también lloran

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Bubba Watson lloró al ganar el Masters; Federer, al perder con Nadal y Sergio llora sin lágrimas, como Mourinho, y arroja la toalla. ¿No es todo esto un buen argumento para un romance?

Bubba Watson lloró de manera desconsolada, primero sobre los hombros de su caddie y luego sobre los de todos los que le abrazaban, cuando ganó el Masters de Augusta 2012. Recordaba a Roger Federer, otro llorón, que gimoteaba cuando ganaba y era un mar de lágrimas cuando perdía. Y luego, está Sergio, que no llora y, por lo tanto, no mama, pero que tiene un bajón personal y profesional que no se lo salta ni un psicólogo, ni un psiquiatra, porque el de Castellón no es partidario de dejarse aconsejar por profesionales de ese tipo.
El caso es que Sergio, tras firmar en la tercera ronda de Augusta, una tarjeta de 75 golpes “lloró” sin lágrimas ante los periodistas y, si hubiera sido torero, en ese momento se habría cortado la coleta. No se cortó la coleta, ni se cortó un pelo al decir, en caliente la siguiente machada: “no soy lo suficientemente bueno para ganar un Grande. A partir de ahora intentaré quedar segundo o tercero, que también es un buen resultado. Realmente he tenido mis opciones, no han salido o no las he sabido aprovechar”.
Y añadió: “después de trece años se me acaban las opciones, creo que lo he intentado todo. No sé lo que ocurre, si son los campos los que se me hacen muy difíciles. Pero no pasa nada, se puede vivir sin tener un ‘major’.
Claro que al despedirse de los periodistas que le animaron con un “mañana será otro día”, Sergio sonrió por fin y dijo: “probablemente”.
Los héroes también lloran
I
Lágrimas de cocodrilo
Bubba Watson derramó
al terminar el partido
con el que ganó un millón.
De dólares por supuesto,
que es divisa superior,
ahora que el euro está
para hacerle un gran favor.
Si no eran de cocodrilo
¿por qué lloró el ganador?
si recordaba a su padre,
es que es el hijo mejor
que hay subido en los tees
de aquestos campos de golf.
II
Dicen que los hombres lloran
cuando sienten emoción,
ya sea que ganen o pierdan
al terminar su actuación.
Hay mucho gato encerrado
y una gran concentración
y al terminar un partido,
adiós a cualquier control.
III
Llorar también es de hombres
y en tiempos de igualación,
los hombres y las mujeres
hacen la misma ecuación.
Pero es en el deporte
cuando el que gana es varón,
el que llora sin consuelo
esperando el apretón,
el abrazo del amigo,
la mujer o el consultor.
También lloran los que pierden
y esa es otra situación:
Federer es un ejemplo
del tenista muy llorón
que lagrimea cuando gana
y gime si es perdedor.
IV
Y hay un tercer llorica
sin lágrima en suspensión
pero que suele quejarse
porque siente compasión
por su falta de coraje,
por no tener decisión
para enfrentarse al partido
que le haría campeón.
Eso le ha pasado a Sergio,
el García de Castellón,
que ya ha dejado bien claro
que no ganará un Mayor,
nunca en los días de su vida,
aunque llegue a cuarentón
jugando con el palito
por esos campos de Dios.
V
No es buena filosofía
esperar la compasión
de los que piensan que Sergio
puede ser el triunfador
en un torneo de los Grandes.
Y hacer la declaración
de intenciones negativas,
poner su valoración
a la altura de los suelos
cuando tiene aspiración
de conseguir nuevas metas,
es tan solo un calentón
después de un día aciago
como los hay a montón
cuando se juega a un deporte
tan complejo como el golf.
VI
A Sergio, que es gran golfista,
en más de una ocasión
le ha perdido esa boquita
que callada está mejor.
Quizás por ser del Madrid
por el que siente pasión
le gusta mucho quejarse
y sentir satisfacción,
al echar la culpa a otros
por su falta de razón,
como lo hace Mourinho,
de todos, el más llorón.
VII
 Y si no está convencido
de superar su aflicción,
lo mejor es que desista
y cambie de profesión,
aunque con la que tiene,
siendo solo un “segundón”,
con lo bien que le ha salido
por ahora su afición,
puede seguir compitiendo,
porque es cuestión de cajón:
 tiene ya tantos millones
que le da hasta para avión.
No hay que tirar la toalla,
ni sentirse un perdedor
porque en la vida se pierde
más que se es ganador
y no por eso se deja
la vida de sopetón.
ESTRAMBOTE
Si al consultarle a la almohada
no te da contestación
espérate hasta mañana
y no me seas llorón:
mañana será otro día,
no es tiempo de rendición.

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