Viaje a Lerma y Saldaña, con noche en el Palacio Ducal

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El Golf de Lerma es visita obligada ahora que empieza el buen tiempo. Con Saldaña, junto a Burgos, los aficionados tienen un doble motivo para viajar y pernoctar en el Parador. (Foto, Luis Corralo).

(En la imagen, la majestuosa fachada del Palacio Ducal, hoy convertido en Parador, de Lerma. Foto, Luis Corralo).

Durante la última década del siglo XX un grupo de empresarios locos por el golf -bendita locura- se adelantaron a su tiempo y vieron las enormes posibilidades que la finca La Andaya, situada a las puertas de la localidad burgalesa de Lerma, una ciudad desde la cual se dirigió el mundo durante buena parte del siglo XVII y que era, según las crónicas de la época, “un paraje de amplios y luminosos horizontes, de orografía sobria y vegetación poderosa, con encinas sabinas y robles…” 

Hablamos de una Castilla vieja pero también de una Castilla joven, muy joven, tanto como para sumarse en una época aún más difícil para el golf que la actual, al futuro de un deporte que no hay quien pare, a pesar de la crisis.
A principios de la década de los Noventa del pasado siglo, lo que parece una eternidad, aunque no han pasado ni veinte años, se llamó a Pepe Gancedo, uno de los diseñadores de campos de golf más conocido en España, para que viera las posibilidades de la finca “La Andaya”, de cara a la construcción de un campo de golf.
Y cuando llegó el que iba a ser el encargado de proyectar el campo, sus primeras palabras fueron: “el campo ya está hecho; lo hizo Dios”. Así que Gancedo solo tuvo que diseñar el Golf de Lerma sobre el papel y poner a los operarios a trabajar.  
Y en 1992, sobre las 220 hectáreas de La Andaya, lo que era una finca de caza, pero nacida para ser campo de golf, se convirtió en lo que es ahora, el Golf de Lerma, una maravilla en plena y anchurosa Castilla, donde las escopetas se han trocado en palos… de golf y donde los jugadores disfrutan del paisaje y de su deporte favorito, viendo corretear las liebres, oteando el vuelo de los pájaros y contemplando las bandadas de patos y gansos que reposan y se alimentan en alguno de los ocho lagos y dos riachuelos que jalonan el recorrido de dieciocho hoyos (par 72) y seis mil metros de largo.
Siempre he dicho -y he escrito- que el Golf de Lerma es el mejor campo de Madrid. Y eso lo pueden constatar los muchos madrileños que se acercan a jugar hasta este entorno idílico. Su único problema, que es a su vez una de sus ventajas, son los doscientos kilómetros de distancia desde la Puerta del Sol. Pero eso, ya digo, es más que un inconveniente, un valor añadido: el del silencio, la ausencia de ruidos externos que no sean los trinos de los pájaros y el propio eco del susurro de la naturaleza hecha tranquilidad que dan al jugador, tanto los espacios abiertos como la ausencia de casas en construcción alrededor de los tees o de los greenes.
Y en lo que se refiere al juego, Lerma es un campo para todos los gustos y para todos los hándicaps. Como diría Perogrullo, se pueden hacer muchas, o pocas, pero siempre el recorrido es lo suficientemente gratificante como para volver a la primera ocasión que se presente.
NOTA BENE
(Se recomienda a los jugadores cuyo hándicap no tenga un solo dígito no tirar directamente a green en el hoyo 18, par cuatro, donde la bandera está protegida por un lago. En esta ocasión, la línea recta no es el camino más corto para llegar al objetivo).
Y A DIEZ MINUTOS, SALDAÑA
Ahora, para hacer el viaje a Lerma aún más apetitoso -tranquilos, que también hablaré del lechazo churro- y para que el viaje no se limite a una sola jornada, los jugadores tienen otra magnífica oportunidad para seguir disfrutando, con Saldaña Golf, tan distinto al Golf de Lerma, pero tan parecido por el cuidado de sus greenes y lo importante de su recorrido de 18 hoyos.
Siguiendo la Autovía Madrid-Burgos-Irún-, cuya salida 198 hemos debido tomar para llegar hasta el Golf de Lerma, unos pocos kilómetros antes de llegar a Burgos, nos desviaremos por la salida 230 que nos llevará hasta Saldaña Golf, una nueva apuesta de los creadores de Lerma que han logrado completar una oferta sumamente atractiva, añadiendo un nuevo campo, totalmente distinto al de Lerma, con un trazado original y espectacular, con una visión casi absoluta del campo desde el tee de cualquier hoyo, donde el agua de sus nueve lagos y un arroyo entra en juego en muchas zonas del campo, lo cual dificulta y, a la vez, anima, el recorrido.
Ese “trazado original” al que me refiero, es del propio Pepe Gancedo, aunque el diseño final es de Laureano Nomen. Desde barras amarillas, el campo tiene 6.042 metros y su conformación se sale de lo habitual, con cinco pares tres, 5 pares 5 y 8 pares cuatro, par 72. Los dos campos son magníficos y distintos: la ancha Castilla en dos versiones. Bien merece la pena visitarlos.

 EL PALACIO DUCAL DE LERMA
Pero hablemos de la excursión que nos proponemos hacer. Podemos iniciar viaje desde Madrid, pero igualmente los golfistas del Norte de España, sobre todo los del País Vasco, Navarra y Cantabria, tienen una magnífica opción en estos dos campos burgaleses. Vamos, a situarnos en la capital de España: A I, autovía Madrid-Burgos- Irún. Llegamos a las puertas de Burgos y jugamos a mediodía en Saldaña. Al terminar volvemos hacia Madrid y, al llegar a Lerma, nos alojamos en el Palacio Ducal, un gran edificio de planta cuadrada, de estilo herreriano, con cuatro torres en sus esquinas y un magnífico patio porticado central, cuya portada es un claro ejemplo de arquitectura renacentista con frontispicio y columnas. Iniciada su construcción, en el año 1601 por encargo del Duque de Lerma, su arquitecto fue Francisco de Mora.
Desde 2003 es un magnífico Parador de Turismo, donde el viajero es siempre bien acogido*.
A la mañana siguiente nos espera el Golf de Lerma desde temprana hora. Un buen partido de golf con los amigos: cuatro jugadores con la buena y la mala en juego, para que intervengan todos y con un ocho puedas ganar un punto. La mejor idea… Bueno, la mejor, no, ya que lo más importante viene en el hoyo 19, cuando en la Casa Club –o en cualquiera de los magníficos restaurantes de Lerma o de Burgos, nos espera el lechazo churro asado en horno de leña, con sus entrantes de morcilla de Burgos y chorizo y ¡cómo no! la desengrasante ensalada de la Casa.
PORTIA, LA BODEGA DISEÑADA POR NORMAN FOSTER
Otra posibilidad es la de parar para comer y visitar las Bodegas Portia, diseñadas por el arquitecto Norman Foster, eso sí, con el cuidado de que uno de los cuatro amigos no beba para que pueda conducir con tino de regreso a la capital de España, sin pasar de los límites de velocidad previstos, que ahora están en el límite de los 110 kilómetros por hora,  y teniendo mucho cuidado, sobre todo, al paso por Somosierra, donde los radares hacen su agosto todo el año.
Claro que todo esto es una sugerencia de mínimos. La excursión puede alargarse con la visita a la propia Lerma, convento de Clarisas incluido para comprar los productos que elaboran las monjas y, con un poquito más de tiempo, una escapada al monasterio de Santo Domingo de Silos, a solo 31 kilómetros, donde se puede admirar su espléndido claustro románico y, sobre todo, escuchar el rezo de las vísperas de los monjes benedictinos.
A 22 kilómetros está la villa medieval de Covarruvias, a 35, la iglesia visigoda de Quintanilla de las Viñas… Y si aún no hemos visitado Burgos con detenimiento, es recomendable acudir a la Catedral, al Monasterio de las Huelgas y a la Cartuja de Miraflores.
Y muy cerca de Burgos, por si nos faltara algo, se encuentran los yacimientos de la Sierra de Atapuerca, cuna de los primeros pobladores de España.
*El Parador Nacional Duque de Lerma ofrece una oferta conjunta de hotel & golf.
Información en el teléfono 947 17 71 10
Reservas en el teléfono 947 17 12 14

Pies de fotos: En la foto superior, el Golf de Lerma, en medio del reportaje, Saldaña Golf y en tercer lugar, la fachada iluminada del Palacio Ducal, hoy Parador Nacional de Lerma. (Fotos: Luis Corralo).

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