Jordan Spieth (-2) se «ahogó» en el Amen Corner y le «regaló» su Chaqueta Verde a Danny Wilet (-5)

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Danny Willet (-5) ganó el Masters, gracias al «regalo» de Jordan Spieth (-2), que fue segundo, después de hacer un 7 en el par 3 del hoyo 12. Rafa Cabrera acabó el 17 (+4) y Sergio García (+8), el 34.

 

 

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Danny Willet (-5) ganó el Masters, gracias al «regalo» que le hizo Jordan Spieth (-2), que terminó segundo, empatado con Lee Westwood, después de mandar su bola al agua dos veces y hacer un 7 en el par 3 del hoyo 12, el corazón del Amen Corner. Rafa Cabrera, en un final espectacular (-2), acabó el 17 (+4) y Sergio García (+8), el 34, lastrado por sus 82 golpes de la tercera jornada.

El inglés, a sus 28 años, ha conseguido ser el segundo inglés que gana en Augusta, después de las tres victorias de Nick Faldo, y el europeo que consigue el triunfo desde que lo ganara Chema Olazábal hace 17 años. También es el segundo jugador del European Tour que se viste con la Chaqueta Verde, tras Charl Schwartzel, que, aunque es sudafricano, tiene Tarjeta del Circuito Europeo.

Willet jugó muy bien en la cuarta y última jornada del Masters 2016, el domingo 10 de abril, pero fue gracias a los errores cometidos por el texano por lo que pudo alzarse con el triunfo. Eso no quiere decir que Willet no mereciera el triunfo, ya que hacer 67 golpes (-5) en la ronda final del Masters, es una hazaña que  no logra cualquiera. Y la prueba es que solo tres jugadores, también ingleses, Paul Casey Matthew Fitzpatrick, llegaron a esa cifra.

Danny, que ya levantó olés de admiración en su año de rookie, en el Open de Andalucía que se disputó en Aloha, firmó cinco birdies, sin ningún bogey, en la cuarta jornada del Masters, y eso fue lo que le llevó directo a un triunfo merecido.

Dicen los expertos que los torneos no se ganan en la primera jornada, pero sí pueden perderse. También expican que se ganan en los últimos nueve hoyos. Y en esta ocasión la lógica se impuso. Ernie Els no pasó el corte después de hacer un 9 en el hoyo 1 de la primera ronda, y Jordan Spieth perdió el torneo en los últimos nueve hoyos del recorrido, a los que llegó con siete golpes bajo el par 72 del Augusta National y una ventaja de cinco golpes sobre sus seguidores, después de firmar un 32 en los nueve primeros hoyos, con cuatro birdies seguidos en los últimos cuatro hoyos…

Pero el texano llegó al hoyo 10 en olor de multitudes… y se marchó del 18 con cara de circunstancias -con el rabo entre las piernas, diría alguien menos convencional-. Ya la salida del hoyo 10 no fue lo que se esperaba del líder destacado, que llevaba todas las papeletas para repetir triunfo en el Masters, y su bogey del hoyo que daba paso al Amen Corner, no presagiaba nada buenos.

Y en el once, se confirmaron todas las sospechas: a pesar de que Jordan no ofrecía signos externos de sus problemas internos, la procesión, desde luego, iba por dentro. Comenzó el Amen Corner, con el par 4 del hoyo 11, y con otro bogey de Spieth.

Llegó al tee del doce… y nadie podía prever lo que allí sucedió: un primer golpe en este par 3 que es chiquito -apenas 130 metros- pero matón, y su bola, corta, se fue al agua. Spieth tomó un riesgo innecesario y, en lugar de ir al centro de green y conformarse con un par, que le bastaba para seguir con una ventaja considerable, se tuvo que ir a unos diez o doce metros del agua para dropar y dar el tercer golpe. Y ahí estuvo lo peor. En esta ocasión no solo no llegó al green, sino que dejó que su bola se mojara al comienzo del obstáculo, con lo que el texano dejó claro que no sabía nadar -en ese justo momento-, ni guardar la ropa.

Quinto golpe desde el mismo lugar y la bola en esta ocasión fue tan larga como para acabar en el largo bunker de detrás del green. Seis para sacar del bunker y siete -al fin- para marcharse del hoyo con -1 y en la cuarta posición. El naufragio, nunca mejor dicho, estaba consumado.

Las esperanzas renacieron para los seguidores -muchos, por no decir todos- de Spieth, cuando en el trece, par 5, final del Amen Corner, firmó un birdie y se colocó menos dos. Otro birdie en el quince, par 5, le colocó segundo, a solo dos golpes del inglés Willet, y persiguiéndole al alimón con Lee Westwood.

Y en el 16, otro par 3, en el que en esta ocasión se dejó un putt de birdie, estuvo la posibilidad de la remontada histórica. Pero el putt, aliado tantas veces de Spieth, no quiso entrar. Un bogey en Jordan en el 17 desató la euforia de Willet y su caddie en la Casa Club, donde el inglés se había pasado el tiempo de espera hablando por teléfono con su mujer, Nicole, que hace menos de dos semanas dio a luz al primero de los hijos de la pareja, bautizado Zacarías.

Como no tenía batería en su teléfono, Willet tuvo que hablar con su mujer en una postura extraña, ya que tenía el móvil conectado a un enchufe y no podía permanecer de pie porque no le llegaba el cable.

 

jordan spieth 15

 

En cuanto a los dos españoles, Rafa Cabrera (+4) con cuatro tarjetas de 74, 73 y 75 y 70 golpes, ha demostrado que está a la altura de los mejores del mundo y que su futuro es el PGA Tour. Su puesto final, el 17 emptado, le hizo tomar el avión para volver a España y jugar el Open Nacional, en Valderrama, con las pilas cargadas de futuro.

Sergio García, con cuatro tarjetas de 69, 75, 81 y 71 (+8), terminó después de firmar una horrible tarjeta de ¡¡¡81 golpes!!! en la tercera jornada, en el puesto 32. Ni mal, ni bien, sino todo lo contrario, para el castellonense, que buscará desquitarse esta semana en el Open de España en el que es anfitrión, en Valderrama.

JORDAN, EL PUTT Y LOS DIENTES DE SIERRA

Jordan Spieth (-3) quiere demostrar, a toda costa, que ha vuelto a Augusta para ponerse otra Chaqueta Verde. Es líder, a falta de una jornada, aunque su ventaja ha disminuido a un golpe sobre el segundo clasificado. La única ventaja es que el segundo clasificado, ya no es Rory McIlroy, como en la segunda jornada, sino un inexperto compatriota llamado Smylie Kauffman, con el que saldrá a jugar en el partido estelar del domingo, lo que hace suponer que la presión añadida sobre el sonriente norteamericano, pueda afectar a su juego.

El número 2 del mundo hizo una tercera vuelta aceptable hasta el hoyo 17. En los primeros nueve hoyos, Spieth firmó 35 golpes, uno bajo el par del campo, con dos birdies, en el 4 y el 8, por un bogey en el 7. En esto empezó el segundo recorrido con un par en el 10. y llegó el 11, donde comienza el Amen Corner y su compañero de partido, Rory McIlroy, que hasta entonces estaba presentando batalla, se fue al agua de la izquierda del bunker. precisamente con el segundo golpe a green -que es exactamente el golpe que da inicio al «Rincón del Adiós»-. Jordan, al ver a su compañero/rival en problemas jugó a la derecha del hoyo y la bola terminó en el rough, a pocos metros del green, pero con un difícil approach para dejarla cerca del hoyo. Al final, tranto Jordan como Rory firmaron un doble bogey… Y ahí parecía empezar el temido bajón que aparece a todo jugador a lo largo de un recorrido.

Sin embargo, el que no levantó cabeza fue Rory, mientras Jordan respondió con birdies en el 12, el par 3 que está en medio del Amen Corner, y en el que metió un putt de cinco metros, en el 14 y en el 15. La vuelta parecía decidida, con Jordan sies golpes bajo el par del campo y tres de ventaja. Pero…

Como hasta el rabo todo es toro, incluso en el golf, a Jordan le entró la pájara que empezó a cantar en el 17, con un bogey inesperado… Pero en el 18 fue peor: una mala salida, al rough de la izquierda, sin posibilidades de ir a green, un segundo golpe de recuperación a la calle, y un tercero de approach que se queda muy lejos de la bandera. Con dos putts firmaba un bogey. Pero no era el hoyo y su bogey se convirtió, tras un primer y corto mal putt, en un doble bogey con el que su acumulado se quedaba en -3 y su ventaja en un solo golpe, aunque para salir en el partido estelar, y líder, en la ronda del domingo.

LA HAZAÑA DEL CASI SESENTÓN

Sigue con su putt largo, sin anclarlo al pecho -o al menos eso es lo que él dice- porque ni en televisión, ni en directo, se nota ninguna diferencia de su técnica con el putt, antes de la normativa que prohibe anclarlo al pecho. Es más, parece que son muchos los que protestan porque Bernhard Langer «podría hacer trampa en alguna ocasión».

Pero ahí está, con 58 años, después de haberse vestido con la Chaqueta Verde, e3n 1985 y 1993, esta última vez, dos meses antes de que naciera Jordan Spieth, el veterano alemán es uno de los cuatro jugadores que han podido ganarle al Augusta National, después de 54 hoyos. Langer es tercero (-1), empatado con Hideki Matsuyama, después de que un infortunado bogey en el hoyo 18 del sábado, le obligara a dejar el -2 que le hubiera tenido, quizás, en el partido estelar.

Pero Langer está ahí: con su quijotesca figura de siempre, sin mover un músculo de su rugosa cara, ni inmutarse por nada de lo que ocurra a su alrededor. Ni los aplausos le obligan a llevarse la mano a la gorra, ni a devolver con un gesto cariñoso, la amabilidad del público que, a pesar de todo, entiende lo que es una hazaña golfística, en el caso del alemán que arrasa en el Circuito de los veteranos de la PGA.

LA IRRESISTIBLE CAÍDA DE SERGIO

Había tenido un magnífico final de primera ronda, a pesar de no llevarse bien con los greenes de Augusta. Sergio García terminó la primera ronda octavo (al par), después de firmar dos tarjetas de 69 y 75 golpes. El español empezó el torneo, el jueves, con ciertas dudas y con bogeys en los hoyos 3 y 4, para terminar el primer recorrido con un birdie en el hoyo 9. Con +1, afrontó Sergio el hoyo 10 y llegó, al par, hasta el hoyo 13, final del Amen Corner. En ese hoyo 13, par 5, considerado el más fácil del campo, en esa primera jornada, el jueves 7, empezó la gran remontada del de Castellón, con cuatro birdies seguidos, en los hoyos 13, 14, 15 y 16. Magnífico final, para colocarse solo a tres golpes del gran favorito tras la primera ronda, Jordan Spieth. Sergio jugaba la primera ronda con Ryan Moore, su verdugo en el WGC Dell Championship de hace dos semanas; en este caso, mientras el español firmaba un 69, el norteamericano se fue al ¡¡¡80!!! hasta el puesto 81.

Tras la segunda ronda, Sergio volvió a pinchar y no pudo con el campo, al que le cedió tres golpes. No hay nada perdido y solo está a cuatro golpes del líder, pero debe seguir en la línea del primer día y no en la del segundo, por muchos problemas que le creara el Augusta National. Peor lo tuvo Moore, que no pasó el corte.

Pero lo peor llegó el sábado. Salió Sergio con pocas esperanzas/ganas, y así lo hizo saber a los cuatro vientos, con su doble bogey en el hoyo 1. Pero en el dos firmó un birdie, para acallar algunas voces… Sin embargo, ese no fue un esfuerzo suficiente porque, a partir de ahí fue vegetando bogey tras bogey, hasta llegar al hoyo 18, hacer también un golpe más, para entregar una tarjeta de 81 golpes: un +9 que fue lo que se acumuló en su casillero total, para colocarle en el puesto 43, desde donde jugará la última ronda, con Bubba Watson, otro que tal baila y que, desde el farolillo rojo del viernes, logró el sábado ascender (+10), al puesto 48.

RAFA CABRERA, A ESCENA

Después de la aparición estelar de Rafa Cabrera Bello, en el escenario del PGA Tour, para el que ya tiene la tarjeta de 2016, el canario, que pagó la novatada y terminó, la primera jornada, en el puesto 43 (+2),  con cinco bogeys y solo tres birdies, en los hoyos 4 y 18, perdió solo un golpe en la segunda y se ha quedado el fin de semana en el Augusta National, con un +3 (74, 73), que le deja en mitad de la tabla, en el puesto 33. Aún va a mejorar, y eso esperamos los aficionados españoles. El canario jugó la primera ronda con Davis Love III, capitán del equipo norteamericano de la Ryder 2016, que vigilará a uno de los posibles rivales de su formación, y que está +2, en el puesto 23, y Charl Schwartel, que no pasó el corte.

En la tercera ronda, el canario entregó una tarjeta de 75 golpes, lo que le hizo ascender un puesto, algo es algo, y con su +6, llegar al puesto 32. ¡Y subiendo! o al menos eso esperan los aficionados españoles.

DECHAMBEAU Y EL HOYO 18

Llega el momento de hablar de Bryson DeChambeau, casi héroe de la jornada del viernes 8. Hasta el hoyo 18, el partido estelar del sábado parecía ser el que formarían Spieth y el «extraño amateur invitado», el también norteamericano Bryson DeChambeau, licenciado en Física y de la misma edad que Jordan, 22 años, tocado con una gorra tipo «pichi madrileño» y con la rara habilidad de usar los todos los hierros con la varilla de la misma longitud -similar a la de un hoyo 6-. Estuvo toda la vuelta del sábado amenazando a Spieth, y con -3, un golpe detrás del líder, se presentó en el tee del 18.

Y entonces apareció el «diablo del golf», que no es un diablo cojuelo, sino un demonio con cara de muñeco al que la cabeza le de vueltas, como en una película gore. Porque, a menudo, en el golf pasan estas cosas: le sucedió a Els, casi cincuentón, en el hoyo 1 del primer día: «es que no podía mover el putt con soltura» y firmó un nueve, para empezar. Y le pasó al joven DeChambeau, que en el hoyo 18, cuando tenía la semigloria a su alcance, después de haber jugado 17 hoyos como un ángel, dio dos golpes con el drive, en el tee de salida, como si fuera un demonio, sí, ese al que le da vueltas la cabeza. La primera bola se fue out; la segunda casi, y tuvo que hacer un extraño y larguísimo dropaje sin penalidad, ni se sabe cómo, para firmar un triple bogey y quedarse al par, empatado en la octava posición, con Sergio y otros cinco jugadores. Y en el recorrido del sábado, fue McIlroy el que sustituyó a DeChambeau en el partido estelar, junto a Spieth.

Al joven amateur, que juega su último torneo antes de pasaarse a profesional, le quedará el recuerdo de lo que pudo haber sido… y no fue… porque son sus 77 golpes del sábado, y un acumulado de +5, quedó en el puesto decimoquinto, aunque con la esperanza de acabar en el top ten.

LOS BUENOS DESEOS DE SPIETH

Aunque no parecía estar en su mejor momento de forma, Jordan Spieth, que ya ha ganado esta temporada el Torneo de los Campeones, a primeros de año, en Hawai, y que la semana pasada perdió el liderato mundial a manos de Jason Day, quiso dejar bien claras sus intenciones en el Augusta National, con una primera tarjeta de 66 golpes, seis bajo el par del campo, con birdies en los hoyos 3, 6 y 8, en la primera vuelta, y 10, 13 y 18, en la segunda. Un prodigio de regularidad, con el regreso del putt a primera fila, y sin un solo fallo.

Tenía toda la pinta -aunque esto es el golf y la madre que lo parió- de volver a ser Número 1 del mundo, si el texano continuaba en esta línea; pero en la segunda vuelta, el viento, el putt que no funcionó como en la primera… y algo de presión, dejó la tarjeta del líder en 74 golpes, con cuatro birdies y cuatro bogeys… y un doble bogey en el hoyo 5, que desencajó el resultado.

Tiene un difícil rival, a partir de ahora, como es Rory McIlroy, pero ha podido alejar a Jason Day, que es decimoquinto (72, 73), con un golpe sobre el par del campo, a cinco golpes de distancia. La primera vuelta, el jueves, de Jason Day, el actual líder mundial, empezó de escándalo: firmó ¡¡¡cinco!!! birdies en los nueve hoyos iniciales… Y todo apuntaba hacia un resultado excepcional, a pesar de las fuertes ráfagas de viento que complicaban el Augusta National, aunque los greenes, mojados por la lluvia de la noche, no estaban tan rápidos como otras veces. Pero llegó el hoyo 10, con bogey para Day… y a partir de ahí se acabó la racha del australiano que hizo ¡¡¡cinco!!! bogeys en sus segundos nueve hoyos, para terminar al par. Y la segunda jornada, el viernes 8, las cosas no mejoraron, sino que fueron a peor, y sus 73 golpes le han llevado hasta el puesto decimoquinto. Desde luego, no se le puede descartar, ni mucho menos, para la victoria final.

 

BUBBA WATSON, EL FAROLILLO ROJO

El putt de Jordan Spieth no estuvo, en la seguda jornada, a la altura de la primera. A pesar de todo, en el hoyo 18 embocó un putt de alrededor de cuatro metros para firmar el par en el hoyo y sus 74 de la vuelta. Ese par dejó fuera a los jugadores que estaban (+7) esperando en la Casa Club el fallo del texano. Pero no fue así y el corte se quedó en +6 -por la regla de los diez golpes que se utiliza en el Masters-. En esa posición estaba, en solitario, Bubba Watson (75, 75), que tuvo el dudoso honor de portar el farolillo rojo al final de la segunda  jornada, ya que ocupó el puesto 57 y último de los jugadores que pasaron el corte.

LA DESPEDIDA DE TOM WATSON

Las viejas gloras se van despidiendo del Masters.., y es que la edad no perdona ni a Tom Watson. De los ganadores del Masters que estuvieron en el tee de salida en la primera jornada de este año, solo Bernhard Langer continúa en liza… y de qué manera. A sus 58 años, con una carrera plagada de éxitos… en el Champions Tour, está en el puesto 15 (+1), después de firmar dos tarjetas de 72 y 73 golpes, y con aspiraciones de top ten.

El que dijo adiós definitivamente (74, 78) fue Tom Watson. A sus 66 años, ya había anunciado que este era su último Masters, y con +8, se quedó a dos golpes de despedirse el domingo, en lugar del viernes.

Los que también se despidieron fueron Phil Mickelson (+7), que se fue al agua el viernes en los hoyos 15 y 16 y dejó fuera todas sus oportunidades, Rickie Fowler, que ya dijo adiós virtualmente con sus 80 golpes de la primera ronda, Graeme McDowell, Jason Duffner, Charl Schwarztel… y veteranos como Darren Clarke, Vijay Singh Sandy Lile, Ian Woosnam…

LOS «YIPS» DE ERNIE ELS

Ernie Els se quedó fuera del corte en el hoyo 1, par 4, en la primera jornada. Con la bola en green, para par, a menos de treinta centímetros. Y ahí empezó el drama: desde esa distancia mínima, al gran sudafricano -big easy, el magnífico jugador ganador de Grandes y con uno de los mejores swings del Tour-, le entraron todos los males: los yips -espasmos- que te impiden golpear con el putt, o hacerlo de forma tan complicada como para necesita ¡¡¡seis!!! putts para terminar el hoyo con un 9.

A partir de ese momento, solo le tocó sufrir hasta terminar los primeros 36 hoyos y marcharse para casa, a pensar en lo que le sucedió en el green del uno, cosa más corriente de lo que parece, entre los jugadores de golf, y no solo profesionales. «No puedo explicarlo», dijo Els con el rostro sombrío…»

Y es que si hay algo inexplicable es eso: ponerse al putt y no poder levantar el palo hacia atrás para golpear a la bola. Parece que es cosa de locos… Y lo es. «Yo estaba de pie allí, tenía un golpe de treinta centímetros, como he hecho miles… y simplemente, no podía golpear a la bola»

Los 50 mejores jugadores del ranking mundial, así como los ganadores de pasadas ediciones del Masters de Augusta, entre otros profesionales tan importantes como Tom Watson, verdadera historia del golf, y Sandy Lyle, hasta un total de 89 jugadores, eran los invitados a participar en este torneo que reparte 10.000.000 $ en premios, de los cuales el ganador se llevará 1.800.000 $. (Ver más información sobre el Augusta National en esta misma página web).

 

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