Romance: cuando pierden (NO) dan la mano

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Los últimos acontecimientos deportivos pasan por el permanente cabreo del Real Madrid cuando pierde o empata, algo que, según los madridistas, siempre tan modestos, no debería pasar nunca. Por eso, Basilio Rogado les escribe un romance

La actitud del que otrora fuera un equipo señor, cuyo himno era toda una declaración de intenciones: una gloria deportiva que campeaba por España, con jugadores que eran “caballeros del honor, enemigos en la contienda, que cuando perdían daban la mano, sin envidias ni rencores, como buenos y fieles hermanos”, parece que ha cambiado a raíz de los acontecimientos más recientes y solo dan la mano y sonríen cuando ganan que, desde su punto de vista tiene que ser siempre.  Todas estas situaciones están dejando la imagen de la “blanca bandera que no empaña” a la altura del betún. El asunto bien merece un romance de Basilio Rogado. (La imagen de Mourinho, en una de sus "fantásticas" ruedas de prensa, es del archivo de Wikimedia Commons).
Romance: cuando pierden (NO) dan la mano
 

I

Al perder darse la mano

es costumbre entre golfistas

no parece ser igual

entre algunos futbolistas

que cuando pierden o empatan

quieren ser protagonistas

aunque sean negativas

sus acciones derrotistas.

II

Viene a cuento este trajín

porque son los madridistas

los únicos en el mundo,

unos falsos optimistas

que siempre quieren ganar,

aunque sean anestesistas

los técnicos del banquillo

-como los ilusionistas-,

que duermen a la afición

sacando a los reservistas

del fondo de la chistera,

para obtener, imprevistas

situaciones conflictivas,

para, de forma egoísta,

culpar siempre al empedrado,

callar a los periodistas

y no tener que explicar

decisiones partidistas

que tendrían que aclarar

al conceder entrevistas.

III

Solo vale la victoria

para estos arribistas

que sonríen para dentro,

no son nada deportistas

y para ellos el himno

“cuando pierden dan la mano”

es pura teoría animista:

los cuerpos caen por sí solos

y para ellos, tan artistas,

el himno es otro cantar

más propio de derrotistas

que de los tiempos que corren:

la época imperialista,

que tiene a don Florentino

como el mayor idealista

y a don Plácido Domingo,

esa voz que los conquista,

que, como es un gran señor

y, seguro, que, realista,

no comulga con acciones

que resultan integristas.

IV

Los árbitros se la sudan

a don Mou, el paracaidista,

y los tiene entre las cejas

pues son unos conformistas

que deben solo pitar

al equipo antagonista.

¿Cómo se atreve un trencilla

que no anda bien de la vista

echar al señor Mourinho

que es el mayor hedonista,

el que procura el placer

a la masa merenguista?

¿Cómo puede un “arbitrucho”

castigar a un organista,

a un jugador millonario,

y hasta echarle de la pista

por insultar a su madre.

¿Y si fuera una ministra

la que parió al “referee”

y mandara a sufragistas

a defender a su hijo

de insultos tan intimistas?

V

A don Mou le gustarían

los árbitros absentistas

que solo pitaran faltas

de los once de otra lista.

Y cuando alguno pretende,

con actitud de alpinista,

subírsele hasta las barbas

al portugués camelista,

todas las fuerzas ocultas

y los males mundialistas

caerán sobre el atrevido

que ha ofendido al alienista.

 y VI

Hay que ganar por “cojones”

dicen los animalistas

que perder es de cobardes

y de gentes pesimistas.

Pero si ganan la Liga

porque el Barça no resista,

pueden perder la decena

en su guerra europeísta,

que los árbitros de allí

no se las dan de tanguistas

y no dejarán de echar

a todos los camorristas

que se la quieran armar

por pitar lo que a la vista

para unos es verdad

y para otros tiene aristas,

ya que según el cristal

y sus formas coloristas,

nada es verdad ni es mentira:

todos son centrocampistas

MORALEJA

Porque hay que saber ganar

y no ser paternalistas;

pero hay que saber perder

sin hacerse victimistas.

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