El Challenge llega, por fin, a la Isla de Madeira

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Cinco meses después de la suspensión por las lluvias, el Open de Madeira (30 – 2) llega, por fin, al Club de Golf Santo da Serra, con 14 españoles en el tee de salida.

 

 

(En la imagen, el hoyo 1 del Club de Golf Santo da Serrra, en la isla de Madeira).

 

Aunque la crisis también ha afectado a las islas de Madeira, como a todo el mundo, el golf sigue presente en sus actividades deportivas. Teniendo en cuenta la importancia de este deporte para el turismo, las autoridades de la isla, conservan el Open de Madeira que abre el Challenge Tour Europeo, pero que también figura en el calendario del European Tour. En este 2015, el Open de Madeira Portugal BPI, debía haberse celebrado del 19 al 22 de marzo, tal y como se preveía en el calendario de torneos del European Tour, para iniciar así el Challenge Tour. Sin embargo, las fuertes lluvias caídas sobre la isla portuguesa obligaron a suspender la competición y pasarla a esta nueva fecha de julio, del 30, al 2 de agosto.

El campeonato se celebra -aunque cinco meses después-, con un montante de premios de 600.000 €, igual que el pasado año, participado por los dos Circuitos Europeos, el Grande y el Chico, por llamarlos de una manera afectuosa. Aunque la participación es mayoritariamente de los jugadores del Challenge, también hay incorporaciones de algún jugador del Circuito Europeo. (Ver información del torneo en esta misma página).

UN BUEN LUGAR PARA HACER TURISMO… Y GOLF

El archipiélago de Madeira, situado a 860 kilómetros al suroeste de Lisboa, 608 al Oeste de Marruecos y 416 al Norte de las Islas Canarias, está compuesto por la montañosa Madeira, la Perla del Atlántico,  y por su hermana pequeña Porto Santo, situada a 40 millas de la Madeira, a la que se accede por un ferry que tarda algo más de dos horas en llegar. En el entorno hay otras islas menores que no están habitadas y que conforman el archipiélago. La capital de Madeira es Funchal, lugar de nacimiento del famoso futbolista Cristiano Ronaldo, y cuenta con algo más de 100.000 habitanes de los casi 300.000 que pueblan el archipiélago.

Porto Santo, la isla Dorada, es una isla pequeña, con enormes acantilados, por un lado, y llana, árida y con una playa de arena dorada -de ahí su apelativo de Isla Dorada- de 9 kilómetros de largo, por otro.

Porto Santo es, pues,  la playa de Madeira, ya que el terreno montañoso del resto del archipiélago, que se inicia junto al mar, no deja espacio para disfrute de los bañistas en muchos lugares.

El archipiélago se completa con  las llamadas islas Desiertas y Salvajes, que están deshabitadas. Madeira es el lugar ideal para disfrutar del equilibrio perfecto entre el cuerpo y la mente. Con su clima templado todo el año, un aire puro y balsámico, aroma fresco de flores, y la tranquilidad de una isla en pleno Atlántico, Madeira es en sí misma un verdadero Spa. Además la isla cuenta con varios hoteles y complejos con zonas dedicadas al bienestar que ofrecen masajes, tratamientos corporales y faciales para todos los gustos. Igualmente, la comida, especialmente el pescado, es un aliciente más para los viajeros que llegan, sobre todo, desde el continente europeo.

EL GOLF EN MADEIRA

En Madeira hay tres campos: dos en la isla principal, Madeira y uno en su hermana pequeña, Porto Santo. La tradición del golf en Madeira se remonta a 1937, época en la que los ingleses Miles, Leacock y Blandy construyeron el primer campo de golf de nueve hoyos. Desde entonces el golf ha cambiado mucho y también en Madeira. El primero de los campos de la isla principal, el Club de Golf Santo da Serra es el tradicional anfitrión del Open de Golf, que en este año 2014 también será el escenario del Open de Madeira, del 8 al 11 de mayo.

De aquel primer campo de nueve hoyos situado en la pintoresca aldea de Santo Antonio Da Serra, surgieron otros dieciocho magníficos hoyos diseñados por Robert Trent Jones Senior, inaugurados en 1991. Los nueve primeros también fueron rediseñados y se reabrieron en 1998. Las vistas del campo son espectaculares. Solo naturaleza, pájaros y maravillosas vistas al Océano Atlántico. El recorrido es difícil. Pero ¿quién piensa en los resultados, al margen de los profesionales, en un escenario tan paradisíaco?

En cuanto al otro campo, Palheiro Golf, está situado sobre la bahía de Funchal, con vistas igualmente fabulosas. Está integrado en el área del parque de la Quinta do Palheiro Ferreiro. Fue diseñado por Cabell Robinson en 1993. Destacan sus rápidos greenes y los muchos árboles con los que se ha de enfrentar el jugador.

En la vecina isla de Porto Santo, Severiano Ballesteros fue el encargado de diseñar 36 hoyos más nueve de pares 3, aunque solo se construyeron 18 más los de pares tres. Cada uno de los dos recorridos de nueve hoyos de Porto Santo Golfe es diferente. El recorrido Sur es más parecido a un campo americano y el Norte, es un link que bordea el mar y los acantilados de cien metros de altura que tiene en los hoyos 13 (par 3), 14 (par 4) y 15 (par 3) su particular “Amen Corner”.

EN MITAD DEL ATLÁNTICO

Enclavado en medio del Atlántico, el paradisíaco archipiélago de Madeira ofrece un viaje diferente, a un rincón salvaje e inhóspito cuyo elemento principal es el Bosque Laurisilva, bosque reliquia clasificado por la UNESCO como Patrimonio Mundial Natural. Es uno de los pocos en el mundo que conserva la pureza que una vez existió hace millones de años.

Además de una nueva experiencia para los sentidos, Madeira ofrece una variedad incomparable de actividades: desde trekking en las levadas -senderos al borde de las muchas acequias- hasta la práctica del golf con espectaculares vistas al mar, pasando por deportes de aventura y náuticos como la pesca deportiva en alta mar o el buceo.

Sus hermosas quintas y sus concurridas fiestas como, entre muchas otras, la Fiesta de Fin de Año, el Festival de las Flores, el Carnaval o el Festival del Atlántico, también hacen de Madeira un lugar privilegiado y un destino de lujo por excelencia.

A tan sólo una hora y cincuenta minutos de vuelo de Lisboa el viajero encontrará en Madeira una cálida acogida, la alegría y simpatía de su pueblo, y la extraordinaria belleza de sus paisajes que, unidas a las múltiples actividades sociales, deportivas y culturales, proporcionan en cualquier momento del año un ambiente inmejorable para la celebración de eventos, viajes de incentivos y conferencias.

La isla de Madeira es un destino turístico tradicional al que miles de turistas acuden año tras año. La isla de apenas 738 kms2 es una joya en mitad del océano… De ahí su denominación como “Perla del Atlántico” y no sólo por su exuberante vegetación, sino también por otros muchos aspectos. Funchal, la capital el archipiélago, que debe su nombre al funcho, una planta de té que también sirve para hacer caramelos y que antiguamente se cultivaba en la isla, es una preciosa ciudad situada en una bahía que, como centro comercial y cultural de las islas, ofrece  numerosos atractivos históricos y turísticos.

Otro de los valores principales de Madeira es que, debido a su privilegiada situación geográfica, cuenta con un magnífico y templado clima subtropical, que oscila entre los 22 grados del verano y los 16 del invierno, que la hace ser un destino turístico ideal los 365 días del año. Precisamente gracias a su clima y su origen volcánico, que ha dejado como legado impresionantes paisajes montañosos, hoy es uno de los destinos predilectos para el llamado turismo activo.

EL FESTIVAL COLON, EN PORTO SANTO

En Porto Santo se celebra durante el mes de septiembre, el tradicional Festival de Colón: una cita que permite a sus visitantes conocer, tanto la vinculación histórica del descubridor con el archipiélago madeirense, como las maravillas de la isla de Porto Santo. Multitud de celebraciones relacionadas con Colón se dan lugar durante estos tres días, desde exposiciones de arte hasta conciertos, pases de cine y ferias gastronómicas.

Los festejos dan comienzo con la representación de la llegada del barco de Colón al puerto. Un elenco de actores da vida a la tripulación del descubridor durante su desembarco en Porto Santo, el cual sucedió en 1478, con motivo de sus viajes como comerciante de azúcar. Tras su matrimonio con Filipa Moniz, hija del primer capitán donatario de Porto Santo, Colón vivió en la isla durante dos años, entre 1480 y 1482, temporada en la que nació su hijo Diogo. El festival rememora, a través de diferentes actos, las vivencias de Cristóbal Colón en Vila Baleira, capital de Porto Santo, durante esta etapa.

Ésta es tan sólo una de las muchas citas que reúnen a multitud de visitantes anualmente en el archipiélago portugués. También en septiembre, y ya en la principal isla de Madeira, se desarrolla el Festival del Vino, en el cual se rinde homenaje a esta bebida a través de la fiesta de la vendimia y diversos eventos musicales y folclóricos. El vino de Madeira es uno de los más apreciados en el mundo para tomar como aperitivo o después de la comida.

Una de las festividades madeirenses más reconocidas es el Festival de las Flores que se celebra en abril. Millones de flores inundan las calles de Madeira durante dos días, además las flores conforman el famoso “Muro de la Esperanza”, construido por los niños de la isla.

EL FESTIVAL DEL ATLÁNTICO

También el Festival del Atlántico, que se celebra durante todo el mes de junio, logra captar la atención de muchos turistas. La música y la cultura se unen para dar vida a esta fiesta, siendo el Festival de Música de Madeira, el Concurso Internacional de Fuegos Artificiales y la actuación de Bandas Filarmónicas en el centro de la ciudad, los platos fuertes de esta cita.

Para terminar este recorrido por las islas de Madeira, es necesario recomendar al viajero la subida a lo alto de la isla, al Monte, en el Teleférico y, una vez arriba, un descenso vertiginoso en los carros de cesto, guiados por los Carreiros do Monte, que llevan más de cien años bajando a los turistas en un viaje divertido, espectacular y emocionante, desde el Monte hasta la ladera, sentados en una butaca/cesto, a gran velocidad y por una estrecha carretera de asfalto abierta al tráfico, aunque es cierto que son muy pocos los coches que circulan. Es una sensación que ningún viajero debe perderse.

 

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